jueves, 8 de diciembre de 2016

Bertolt Brecht -Visita a los poetas desterrados

Bertolt Brecht, Augsburgo, 10 de febrero 1898 – Berlín, 14 de agosto 1956
Traducción Vicente Romano


Visita a los poetas desterrados

Cuando, en sueños, entró en la cabaña de los poetas desterrados,
situada junto a la que habitan
los maestros desterrados -de ella le llegaron risas y discusiones-,
apareció en la puerta Ovidio y le dijo bajando la voz:
«Mejor que no te sientes todavía. No has muerto aún. Quién sabe
si todavía volverás a casa.
Y sin que cambie nada sino tú mismo.»
Pero, con una mirada consoladora,
Po Chu-i se acercó y, sonriendo, dijo:
«El rigor se lo ha ganado todo el que citó una sola vez la injusticia.»
Y su amigo Tu-fu dijo, tranquilo:
«¿Comprendes? El destierro no es el lugar donde se olvida la soberbia.»
Pero, más terrenal,
se acercó el andrajoso Villon y preguntó:
«¿Cuántas puertas tiene la casa donde vives?»
Y Dante, lo tomó del brazo,
le llevó aparte, murmurándole:
«Esos versos tuyos están llenos de imperfecciones,
amigo: piensa
que todo está contra ti.»
Y Voltaire le gritó desde lejos:
«¡Preocúpate del dinero o te matan de hambre!»
«¡Y mezcla alguna que otra broma!»,
gritó Heine. «Es inútil»,
gruñó Shakespeare. «Cuando llegó el rey jacobo tampoco
yo pude escribir más.»
«Si llegas al proceso, búscate un sinvergüenza de abogado»,
clamó Eurípides,
«porque él conocerá los agujeros de la red de las leyes».
La carcajada duraba todavía, cuando de un oscuro rincón
llegó un grito:
«Eh, tú, ¿también se saben
de memoria tus versos?»
«¿Y se salvarán de la persecución los que se los saben?»
«Ésos», dijo Dante en voz baja,
«son los olvidados. No sólo
los cuerpos, sino también las obras les destruyen.»
Cesaron las risas. Nadie se atrevía a mirar.
El recién llegado se había puesto pálido.

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