martes, 30 de diciembre de 2014

Raúl González Tuñón -Escrito sobre una mesa de Montparnasse

Raúl González Tuñón, CABA, 29 de marzo 1905 - CABA, 14 de agosto 1974


Escrito sobre una mesa de Montparnasse

Una tarde por el ancho rumor de Montparnasse
por ese aire de provincia tan confianzudo y claro
-cada ventana paga su pedazo de sol con una canción,
anduve bebiendo el buen vino rojo y alegre como una canción,
rojo y alegre como una revolución.
Y entonces, pensé: ¿qué haré ahora de mi vida?
Tengo dos amigos, un saxofonista y un vendedor de globos.
Ellos me han dicho: viene el invierno y eso es terrible.
Los gatos se calientan al sol pero un hombre necesita
de la buena lumbre, de la buena carne y de la mujer
siquiera dos veces a la semana.
Algunas mujeres me han detenido en Montmartre
pero me piden cigarrillos y cien francos
y yo solo puedo darles ágiles besos casi inéditos
y hablarles de mi país sin que ellas me comprendan
y decirles que Blanca Luz está en México
sin que ellas me pregunten quién es Blanca Luz.

Una noche bajo la vieja luna de París degollada en los techos
-la luna que alumbra a los enamorados y a los cobardes-
yo vi cómo en un alto balcón
se amaban un muchacho y una muchacha.

Vengo de Buenos Aires, digo a mis amigos desconocidos,
de Buenos Aires que es tres veces más grande que París
y tres veces más pequeña.
Y aunque mi sombrero y mi corbata y mi espíritu canalla
sean productos perfectamente europeos
soy triste y cordial como un legítimo argentino.

Diría: soy un pobre muchacho abandonado aquí
como una valija rotulada en todas las aduanas del mundo
y quisiera irme al Turkestán porque Turkestán es una bonita palabra
y mi amigo Michel Berboff nació en Turkestán.
¡pero si yo pudiera llevar a la práctica algo que hace días reflexiono!
¡Ponerme a gritar sobre la Torre Eiffel con afilados gritos
para que venga una mujer y me ame!

¿Conocen ustedes el Neuquén?
Allí hay cabañas de troncos de árboles
y pulperías en donde venden conejillos y libros de Maurice Dekobra,
¿Y Tucumán? En Tucumán solo puede buscarse la noche en los ojos de sus mujeres
y las guitarras de sonoras y floridas parecen patios.
¿Y Mendoza? En Mendoza los niños saben cantar
porque han nacido al borde de las acequias.
¿Y La Rioja? Yo anduve por ahí adolescente y barbudo
y gané una elección con cincuenta pesos y una vaca,
absorto, como Buster Keaton.
¿Y Santa Fe? En Santa Fe viví treinta días en un convento
con ocho frailes franciscanos que iban doblándose hacia el suelo.
Los duendes venían hasta mi cuarto trayéndome briznas de sol
y por la noche se ocultaban en las hornacinas
para hacerles señas a los perros sin dueño y a los viajeros extraviados.
Nosotros tenemos además estaciones abandonadas, pozos de petróleo
y escuelas rurales, como en los cuentos de Bret Harte.
Pero lo que no tenemos es la alegría verdaderamente constante,
la risa verdaderamente pura, el corazón verdaderamente libre.

Y no se hable de mi corazón.
Yo quisiera
anunciar la función de los circos
dando puñetazos a las estrellas rojas.
Yo quisiera escupir los vidrios de un expreso de lujo
para que rabien los millonarios.
Yo quisiera interrumpir todas las comunicaciones telefónicas
para ver si encuentro una palabra, una sola palabra para mí
y abrir toda la correspondencia del mundo por ver si alguien
una sola persona tiene un recuerdo, un solo recuerdo para mí.

Yo quisiera explotar una bomba, derrocar un gobierno,
hacer una revolución con mis manos amigas del cristal, de la luz, de la caricia
-destruir todas la tiendas de los burgueses
y todas la academias del mundo-
y hacerme un cinturón bravío de rutas inverosímiles como Alain Gerbault,
para que venga Blanca Luz y me ame.

domingo, 28 de diciembre de 2014

Rubén González -El árbol es también sus hojas caídas

Rubén González, CABA, 31 de mayo 1961


El árbol es también sus hojas caídas
y la sombra que, intangible,
lo rehace en músculos de hierba.
Las hojas caídas son también
el ruido y el silencio de su extraño funeral,
alas de un ave sin ave
en híbrida suspensión.

El aún de la sombra requiere su tiempo.

Entre la mañana y la tarde explora los cauces
donde reunir sus particiones
que la noche hace mar.

A esa hora,
la inexistencia del mundo
es también
la innegable existencia del mundo.
El arte en que las cosas se tornan marejada
indica un propósito,
el aún de la oscuridad.

Negro más negro todo árbol navega.

Muertas menos muertas
encallan las hojas.
A cierta hora, el vacío,
ordena líquidos vitales
para coser el naufragio de lo permanente.

Todavía es una ley,
que en la sustancia del diluvio,
firmaron los ciegos.

viernes, 26 de diciembre de 2014

Dylan Thomas -No entres dócilmente en esa noche final

Dylan Thomas, Swansea, Gales, 27 de octubre 1914 - Nueva York, 9 de noviembre 1953
Versión Santiago Espel



No entres dócilmente en esa noche final

No entres dócilmente en esa noche final,
que al agonizar la luz la vejez debería delirar y arder:
desprecia con odio el fin del día.

Aunque los sabios sepan que la oscuridad es justa,
porque el verbo no ensartó ningún resplandor,
ellos no entran dócilmente en ese final de la noche.

Los hombres buenos, en su última agitación, lloran
por las hazañas frágiles que danzaron en una bahía verde
y desprecian con odio el fin del día.

Los locos, que atraparon y le cantaron al sol en su fuga,
y que aprenden muy tarde el agravio cometido,
no entran dócilmente en esa noche del final.

Los serios y moribundos hombres, que encandilados
ven el brillo de los ojos ciegos, alegres como meteoros,
desprecian con odio el fin del día.

Y vos, padre, allá, desde tu triste lejanía,
maldice, bendíceme con el ardor de tus lágrimas, te lo ruego.

No entres dócilmente en esa noche final,
desprecia, desprecia con odio el fin del día.







miércoles, 24 de diciembre de 2014

Eugenio Montale -La casa de los aduaneros

Eugenio Montale, Génova, 12 de octubre 1896 – Milán, 12 de septiembre 1981
Versión Jorge Aulicino


La casa de los aduaneros 

Tú no recuerdas la casa de los aduaneros
sobre la elevación inclinada sobre la escollera:
desolada te espera desde la noche
en que entró en ella el enjambre de tus pensamientos
y se detuvo inquieto.

La marejada azota hace años la vieja muralla
y el sonido de tu risa ya no es alegre:
la brújula gira loca a la ventura
y el cálculo de los dados no regresa.
Tú no recuerdas; otro tiempo trastorna
tu memoria; un hilo se devana.

Tengo todavía la punta; pero se aleja
la casa y sobre el techo la ennegrecida
veleta gira sin piedad.
Tengo la punta; pero tú estás sola
casi ni respiras en la oscuridad.

Oh el horizonte en fuga donde se enciende
rara la luz del petrolero.
¿Es este el paso? (Pulula todavía el oleaje
sobre el acantilado que se desploma).
Tú no recuerdas la casa de esta
noche mía. Y yo no sé quién va y quién queda.

lunes, 22 de diciembre de 2014

Giuseppe Ungaretti -Los ríos

Giuseppe Ungaretti, Egipto, 8 de febrero 1888  - Milán, Italia, 2 de junio 1970
Versión Jorge Aulicino


Los ríos

Me apoyo en este árbol mutilado
Abandonado en esta torca
Que tiene la languidez
De un circo
Antes o después del espectáculo
Y miro
El pasaje tranquilo
De las nubes sobre la luna

Esta mañana me he tendido
En una urna de agua
Y como una reliquia
He reposado

El Isonzo corriendo
Me suavizaba
Como a una de sus piedras
He levantado mis cuatro huesos
Y me he marchado
Como un acróbata
Sobre el agua

Me he acurrucado
Junto a mis trapos
Sucios de guerra
Y como un beduino
Me he inclinado para recibir
El sol

Este es el Isonzo
Donde mejor
Me he reconocido
Una dócil fibra
Del universo.

Mi suplicio
Es cuando
No me creo en armonía

Pero esas ocultas
Manos
Que me deslíen
Me regalan
La rara
Felicidad

He repasado
Las épocas
De mi vida

Estos son
Mis ríos

Este es el Serchio
En el que han bebido
Dos mil años tal vez
De mi gente campesina
Y mi padre y mi madre.

Este es el Nilo
Que me ha visto
Nacer y crecer
Y arder de inconsciencia
En las extensas llanuras

Este es el Sena
Y en su turbulencia
Me he mezclado
Y me he conocido

Estos son mis ríos
Reunidos en el Isonzo

Esta es mi nostalgia
Que en cada uno
Me trasparenta
Ahora que es noche
Que mi vida me parece
Una corola
De tinieblas

sábado, 20 de diciembre de 2014

Derek Walcott -Volcán

Derek Walcott, Castries, isla de Santa Lucía, 23 de enero 1930 - Santa Lucía, 17 de marzo 2017
Traducción Véronica Zondek


Volcán

Joyce temía al trueno,
mas durante su funeral los leones del zoológico de Zurich rugieron
¿Fue en Zurich o en Trieste?
No importa. Son leyendas, así como
es leyenda la muerte de Joyce,
o el rumor obsesivo de que Conrad
ha muerto, y Victoria es irónica.
Desde esta casa en el acantilado
sobre la franja del horizonte nocturno
es posible ver el resplandor de dos grúas a lo lejos
en el mar
hasta la hora del amanecer; es como
el resplandor del cigarro
y el resplandor del volcán
al final de Victoria.
Uno podría abandonar la escritura
por esas señas de los grandes
que lentas se consumen, y ser en cambio,
su lector ideal, meditativo y
voraz, haciendo que el amor por las obras maestras
sea superior al intento
de repetirlas o mejorarlas,
y ser así el mejor lector del mundo.
Por lo menos eso necesita del asombro
que se ha perdido en nuestro tiempo;
tanta gente lo ha visto todo
tanta gente es capaz de predecir
tanta que se niega a aceptar el silencio
de la victoria, el desinterés
que arde en la médula,
tantos no son más que
ceniza erguida cual cigarro,
tantos dan al trueno por hecho.
¡Cuán común es el relámpago, qué perdidos están los leviatanes
que ya ni siquiera buscamos!
Habían gigantes en aquel entonces.
En aquel entonces se liaban buenos cigarros.
Debo leer con más cuidado.

jueves, 18 de diciembre de 2014

John Berryman -Dream Song 14

John Berryman, Oklahoma, 25 de octubre 1914 – Minneapolis, 7 de enero 1972
Versión  Jonio González



Dream Song 14

La vida, amigos, es aburrida. No deberíamos decirlo.
Al fin y al cabo, el cielo destella, el inmenso mar suspira,
nosotros mismos destellamos y suspiramos,
y además, como me decía mi madre cuando era niño
(reiteradamente): "Confesar que estás aburrido
significa que no tienes

Recursos Internos." He llegado a la conclusión de que no tengo
recursos internos, porque estoy profundamente aburrido.
La gente me aburre,
la literatura me aburre, en especial la gran literatura,
Henry me aburre, con sus conflictos & quejas
tan malos como Aquiles,

que ama a la gente y el arte audaz, lo cual me aburre.
Y las colinas tranquilas & la ginebra, parecen un fastidio
y de algún modo un perro
que se ha llevado a sí mismo & su cola muy lejos
hacia las montañas o el mar o el cielo, dejando
atrás: a mí, el bufón.



martes, 16 de diciembre de 2014

Marosa di Giorgio -Domingo a la tarde

Marosa di Giorgio, Salto, Uruguay, 16 de junio 1932 -  Montevideo, 17 de agosto 2004


Domingo a la tarde, y voy por el huerto sin recordar cómo salí y llegué hasta acá.
El cielo es de oro, deslumbrador, y de los naranjos caen frutas y flores.

Trepo a uno, según mi costumbre antigua.
Estoy un rato. Los pájaros saltan de rama en rama.

Desciendo. Subo. Tomo una fruta.

Al bajar, ya veo un cadáver. Vestido y tendido. Y más allá, otro.
Y otro. Por todos lados, aparecen. Vestidos y tendidos.

Y cada uno con el hígado destrozado o el corazón.
Pero ¿quiénes son? Acaso, no me percaté y hubo una rápida guerra?

En puntas de pie, voy hacia la casa; desolada paso el jardín de celedonias y “conejitos”.
Adentro, no queda nadie. Voy a gritar; para qué, si nadie oye.
Algunas mariposas chocan en los vidrios.

Sobre la mesa hay un álbum que no conocía; al entremirarlo,
veo dibujada la batalla, los cadáveres y las plantas. En blanco y negro.
Y en colores. La noche cae de súbito; las luces se encienden solas.

Y aparecen más cadáveres entre las plantas.

domingo, 14 de diciembre de 2014

Jorge Quintanar -De la travesía onírica

Jorge Quintanar, México D F, 23 de abril 1951



De la travesía onírica
                                                                                                                           Para Miguel Vadillo  
                                                                                                                           y Armando Pérez
Surge entre los sueños
                                    del ayer
                                                 la montaña mágica
redundan las imágenes
                                     perdidas
                                                   en mundos sutiles
                                                                                 creamos los imperios
                                                                                                                   de la tenacidad
diamantes
                de facetas que tallamos
                                                      en agrestes amaneceres
en las fauces del “Tiburón”
                                         inventamos distintas realidades
                                                                                           que habitaron
una a una nuestras horas
la fatiga nos extendía
                                  sus cheques sin fondos
                                                                       que nunca compramos
volábamos con el vino
                                     sobre cañadas y glaciares
                                                                               siluetas difusas entre humo
nos acompañaban
cuando ascendían  jornadas
                                             en nuestras mentes
                                                                            se forjaban nuevos retos
ante paredes de hielo
                                  dejamos atrás Ayoloco
                                                                       solitarios refugios                               entusiastas noches hechizadas
                                                  por las estrellas
                                                  por las voces de los muertos
que gritaban todas las ausencias
la cumbre con sus anheladas nieves
                                                         nos envolvió
                                                                              en su red de niebla
partimos en descenso
                                   de su pecho
                                                      cuando nos miró
                                                                                 desde su rostro de piedra
serenó sus rasgos
                            y una sonrisa nos iluminó
 caminamos
                                       cuando” La Arista de la Luz”
                                                                                  se plantó
                                                                                                 como muralla infranqueable
crampones           piolets             y la fuerza que se había agotado
transversales nuestros cuerpos
                                                 detenidos por uñas de acero
 en movimientos de muerte
                                             cruzamos  el filo de hielo
después
            de pie sobre piedras móviles
                                                           como guerreros antiguos
                                                         deslizándonos  navegamos
                                                                                                     sobre un mar de escombros.



viernes, 12 de diciembre de 2014

Mario Santiago Papasquiaro -San Juan de la Cruz le da 1 aventón a Neal Cassady / en la frontera entre el mito & el sueño /

Mario Santiago Papasquiaro, México D F, 25 de diciembre 1953 – México, 10 de enero 1998 


San Juan de la Cruz le da 1 aventón
a Neal Cassady / en la frontera
entre el mito & el sueño /

La carretera se pandea rumbo al centro de su propio
                                         incendio centrífugo
Tijuana se desvanece flotando bajo la mollera del ojo
Esquirlas de cabaret & colchón empujan la estela
 de duendes que preña la ilusión de este instante
En el radio: Jim Morrison traga esporas crecidas
                               en la cicatriz del diluvio
Este puente mental va al volante
Estrellado el afuera & adentro
Verde mota la selva
El destino rodando
Todo ser & hasta en zancos escupe ovnis bordados
con alas de las más locas luciérnagas
Es de noche / & en carretera / & volando
Los Doors con los dientes hacen realidad su voltaje
El cuerpo del alma se baña en el viaje
El centro se curva
La curva es salvaje
La carretera es Dios mismo
Cada ganglio / cada trozo
resbala: se esfuma
El pie va braceando
La mente desyerba la euforia del eco.

El asesino sonámbulo cruzó los portales de la pesadilla vacía
Nevaba en la azorada noche de abril
La huelga de basura había llegado a sus sienes
Apretaba el héroe su abrigo escarlata chorreado de esperma
La excitación le besaba los pies
Las botas / el olor a 1 destino presentido en fulgurantes
                                                   viajes de chemo
                               ¡Aaarrrggghhh!
La leona parisina paría 1 cagarruta más de leyenda
                                                 & de tedio
Pero la sed / el irresistible imán del deseo de más miel
                                                     encendida /
empujaba a nuestro Lord Jim Catacumbas a arrancarse
                                                      las barbas
a correr persiguiendo el coño de 1 ángel que sólo a él le huía
((De Chirico observaba como ojo de torre brotado sin reglas))
El asesino sonámbulo se sentó sobre el puente volado
                                             del Metro Passy
El frío le abría las entrañas / la atarjea que unía la caída
de 1 sueño al torrente imparable de otro speed de hashish
Esa noche la Comuna era masacrada para todos los tiempos
El burdel se pudría con singular sinsentido
¡Lo más lejos del río!: garabateó afónico lo que quedaba
                                                          de instinto
El asesino / desnudo / ensayaba piruetas
arrastrando a tajadas los carambanos manchados
                                 de su abrigo-bandera
Su navaja era el cielo que renunciaba a ser cielo
La nieve: la víctima
1 crucifixión sin raíces poblaba los vagones suspendidos
                                                    en la memoria
del clochard revoltoso que asaltaba esa noche la historia
                                        perdida del Metro Passy
Tachadas la pe / la a / la doble ese / la y griega
Con golpes de vidrio la estación fué bautizada como
                                             Metro Landrú
1 botellazo de Viuda / 2 oraciones en turco
Mi palacio es de vértebras / mi río Sena de orín:
Ya sin aspas el mundo

En santa paz la carroña.

miércoles, 10 de diciembre de 2014

Charles Baudelaire -La Beatrice

Charles Baudelaire, París, 9 de abril 1821- París 31 de agosto 1867
Traducción Daniel Fara



La Beatrice

En tierras cenicientas, calcinadas, sin verdor,
a la naturaleza me quejaba un día
y como un puñal afilaba mi pensamiento
contra mi corazón,
cuando vi, en pleno mediodía, descender sobre mí
una nube funesta y tormentosa
que portaba un rebaño de viciosos demonios
parecidos a enanos curiosos y crueles.
Al considerarme, se miraron, insensibles
y, como a transeúntes divertidos por un loco,
los escuché reir y cuchichear,
guiñándose los ojos e intercambiando señas:

"Contemplemos tranquilos esta caricatura,
esta sombra de Hamlet que su postura imita,
la mirada perdida, los cabellos al viento...
¿No es patético observar a este bohemio,
este vagabundo, este actor sin público, este delirante
que, creyendo interpretar con arte su papel,
pretende interesar, cantando sus penas,
a las águilas, los grillos, los arroyos, las flores,
y que a nosotros mismos, autores de viejos refranes,
nos recita, a los gritos, su pública tirada?"

Yo habría podido (mi orgullo, alto como un monte,
menosprecia nubes y voces de demonios)
volver simplemente mi soberana cabeza,
si no hubiera divisado entre esa obscena tropa
¡crimen que no hizo apagarse al sol!
a la reina de mi corazón, de sin igual mirada,
que con ellos se reía de mi profunda angustia
y cada tanto les brindaba alguna sucia caricia.







lunes, 8 de diciembre de 2014

Edgard Bayley -Martes de carnaval

Edgard Bayley, Buenos Aires, 21 de marzo 1919 – Buenos Aires, 12 de agosto 1990


Martes de carnaval
                                                        a Jorge Souza
                                                        a Paco Urondo

lejos de helena de troya
del hotel notre dame
de hans de islandia
y del mar de hojas desiguales y motores ahogados
lejos del sombrero olvidado en la última estación
lejos de las madrugadas y los días siguientes
de las cruces y el pálido fuego
circuido por vagabundos
lejos de la sonrisa del bien perdido
de la bahía y la noche rectangular
lejos del sol piel del amor
de la eugenia posible
de la madurez esquina posible del mundo
lejos del ascenso de la incisión más bien
de la ternura a la raíz del sur
lejos del punto de vista y los párpados lentos
de algunas islas detenidas para siempre
en el corazón y en las manos
lejos de algunas calles
de algunos dolores y compromisos
de escenas a la luz de las estrellas
y de conversaciones entre caballeros
lejos del rostro
lejos del trapecista internacional
lejos de la cascada
por donde corre tu vida
lejos de los nombres
de los días sumergidos en la amistad y el amor
lejos de las líneas telefónicas
de los precios módicos y los sueldos mensuales
lejos de las organizaciones
y de las plazas a la hora del amor
lejos del insulto
del olvido y las intemperancias
de algunas trompadas y grescas
de algunos incidentes policiales
lejos de la pálida existencia
de la oscura o la brillante
lejos de la caída o el ascenso
de algunas noches en blanco
de algunas pasiones en procura de lo absoluto
de canales por donde iban tus días sin saberlo
hoy recorres las calles de tu ciudad
es un martes de carnaval
quisieras ver otra vez algunos rostros
hace unos años pasaste la treintena
y procuras dominar unas pocas palabras
desconoces el nombre del porvenir
y el horario de los trenes
tengo hijos y amigos
voy al encuentro del día siguiente
las máscaras me rodean
bebo en un viejo vaso
entro en la caravana
oh mis lecturas mis embarcaderos
abro las puertas de par en par

 





sábado, 6 de diciembre de 2014

Luis Luchi -Arlt

Luis Luchi, Buenos Aires, 11 de octubre 1921 – Barcelona 21 de octubre 2000


Arlt

Yo pienso viejo Arlt
que si Shakespeare
hubiese vivido en nuestro país,
y en nuestro siglo.
Mejor dicho,
si alguna vez, digamos
el 15 de mayo de 1935,
metido en un café
de Corrientes y cualquier otra,
aferrado por la ventana,
alegre de descubrir la última porteñada
del mozo gallego
y amargado por la edición dominical de "La Nación"
sin leer,
en el montón con las otras.
Con un chau a un amigo que pasa
calculando las monedas en el bolsillo,
disimuladamente,
con una cancha que se adquiere
para pedir otro café
y que alcance para el tranvía.
Pienso viejo Arlt
que incluso a ese Dios,
gran inventor de muchas biblias
le sería imposible escapar
al misterio de la rara ciudad.

Indios, españoles, negros,
gauchos, orilleros,
griegos, judíos.
Cada día, cuando nos detuvimos
ante el espejo que es la ventana
a estudiar y decir, éste es nuestro dolor
y nuestra cara,
las pasiones humanas
y los fabricante de cañones
nos mandaban nuevas terceras clases
con mil nuevas maneras de amar
y de decirlo.
Mil maravillosas formas de ser hermano
y otras mil formas de dejar de serlo.
Cuando de esa masa de vidas confusas
surgían las chispas
de los cuerpos duros que chocan,
había que hacer arte,
que no podía ser tierno
y tampoco demasiado cruel.
Contar nuestra historia
con los reyes destronados
que mueren heroicos en sus gestos,
como hacerlo
cuando se vive rodeado
de todos hermosos pequeños trozos
de esa vida que formamos parte,
y la sentimos
con la ironía y perdón
con que se ve a un padre
italiano
que nos pagó el título de abogado
vendiendo verduras.
Había que contar el problema eterno
del bizco celoso,
y la tremenda mezquindad de los hombres,
que son capaces de crear hospitales de muñecas.

El drama del hombre porteño
es igual al de todos los hombres,
pero es el drama del hombre porteño,
y aunque se asombren algunos
el tango es bastante su vida triste,
ya crearemos la alegre,
cuando la sintamos.

En ese lento crecer
pusiste palabras reas
que para traducirlas necesitan media hoja
y si no me lo enseñaron todo
me ayudaron a conocer
que a las seis de la mañana
se encuentran viajando juntos
el que va al trabajo esperando muchas cosas
y el que regresa de su desnuda soledad
volviendo a ella
y todos juntos alimentan
la vida de esta ciudad,
que, porque sabemos sus penas
la queremos mejor.







jueves, 4 de diciembre de 2014

César Vallejo -Va corriendo, andando. huyendo



César Vallejo, Santiago de Chuco, Perú, 16 de marzo 1892 - París, 15 de abril 1938


Va corriendo, andando. huyendo

Va corriendo, andando, huyendo
de sus pies...
Va con dos nubes en su nube,
sentado apócrifo, en la mano insertos
sus tristes paras, sus entonces fúnebres.
Corre de todo, andando
entre protestas incoloras; huye
subiendo, huye
bajando, huye
a paso de sotana, huye
alzando al mal en brazos,
huye
directamente a sollozar a solas.
Adonde vaya,
lejos de sus fragosos, cáusticos talones,
lejos del aire, lejos de su viaje,
a fin de huir, huir y huir y huir
de sus pies —hombre en dos pies, parado
de tánto huir— habrá sed de correr.
¡Y ni el árbol, si endosa hierro de oro!
¡Y ni el hierro, si cubre su hojarasca!
Nada, sino sus pies,
nada sino su breve calofrío,
sus paras vivos, sus entonces vivos...