Mariano Schuster, CABA, 9 de marzo 1985
Another World
A los internos del Hospital Psiquiátrico Municipal
José Tiburcio Borda
Cuando cierres los ojos por última vez
vas a ir al paraíso.
Te juro que es cierto.
Me lo contó un canillita
que volvió de la muerte.
Dice que no recuerda
la ubicación exacta
pero está seguro
que se encuentra debajo de Dios
al Sur del Sur
al norte de los campos de Golf
y al oeste del mirador del Pentágono.
Te repito que es cierto,
que me lo contó un canillita
que volvió de la muerte.
A él lo echaron
porque le propuso sexo violento
a Marilyn Monroe
en una cabina telefónica.
Sin embargo
tuvo tiempo de ver a Bela Bartok
enseñándole a jugar al básquet al Palomo Usuriaga
y al hermano ecuatoriano de Jimi Hendrix
tocando la flauta dulce
para la barra brava de Deportivo Claypole.
Ójo, no creas que estuvo unos meses
Estuvo sólo veinticinco minutos
pero ahí
lo ves todo junto.
Millones de hormigas caminando por el lifting facial de la Madre Teresa.
Discepolín jugando a la ruleta rusa con el Gato con Botas.
Perón cantando la marcha imperial de la Guyana Peruana.
Cientos de zurdos quejándose porque la cerveza no vino con maní.
(SÍ, según el canillita que volvió de la muerte, los zurdos son iguales en todos lados)
Creéme, todo esto es cierto
Me lo contó un canillita
que volvió de la muerte.
Él estuvo ahí
y vio con sus propios ojos
como Ginsberg, Kerouac y Ferlinghetti,
los grandes poetas norteamericanos,
fundaban una filial de Tallarines Matarazzo
mientras un puma de ojos pardos
brindaba con vino tinto
con el Papa Juan Pablo II.
Y lamento darte una mala noticia.
El infierno no existe.
Es que ahí, en el paraíso,
encontró a Hitler y a Mussolini
comiendo un sushi podrido
cocinado por Ezra Pound,
y a Stalin jugando en la bañera
con una pistolita de agua.
Creéme, me lo contó un canillita
que volvió de la muerte
después de que Kennedy
le escupiera un pedazo de pollo frito
y de acostarse con Mahatma Gandhi
en un colchón de clavos.
Y ahora, entre nosotros
tengo que contarte que el canillita
quiere volver al paraíso
pero a los expulsados
les impiden el reingreso
volviéndolos eternos en la tierra.
Los encierran y los enloquecen.
Así que apurate,
prepará té con cianuro,
tomalo, cerrá los ojos
y volá al paraíso.
Dejá otro preparado para mí.
Y no te olvides.
Todo esto es cierto.
Me lo contó un canillita
que volvió de la muerte.
A los internos del Hospital Psiquiátrico Municipal
José Tiburcio Borda
Cuando cierres los ojos por última vez
vas a ir al paraíso.
Te juro que es cierto.
Me lo contó un canillita
que volvió de la muerte.
Dice que no recuerda
la ubicación exacta
pero está seguro
que se encuentra debajo de Dios
al Sur del Sur
al norte de los campos de Golf
y al oeste del mirador del Pentágono.
Te repito que es cierto,
que me lo contó un canillita
que volvió de la muerte.
A él lo echaron
porque le propuso sexo violento
a Marilyn Monroe
en una cabina telefónica.
Sin embargo
tuvo tiempo de ver a Bela Bartok
enseñándole a jugar al básquet al Palomo Usuriaga
y al hermano ecuatoriano de Jimi Hendrix
tocando la flauta dulce
para la barra brava de Deportivo Claypole.
Ójo, no creas que estuvo unos meses
Estuvo sólo veinticinco minutos
pero ahí
lo ves todo junto.
Millones de hormigas caminando por el lifting facial de la Madre Teresa.
Discepolín jugando a la ruleta rusa con el Gato con Botas.
Perón cantando la marcha imperial de la Guyana Peruana.
Cientos de zurdos quejándose porque la cerveza no vino con maní.
(SÍ, según el canillita que volvió de la muerte, los zurdos son iguales en todos lados)
Creéme, todo esto es cierto
Me lo contó un canillita
que volvió de la muerte.
Él estuvo ahí
y vio con sus propios ojos
como Ginsberg, Kerouac y Ferlinghetti,
los grandes poetas norteamericanos,
fundaban una filial de Tallarines Matarazzo
mientras un puma de ojos pardos
brindaba con vino tinto
con el Papa Juan Pablo II.
Y lamento darte una mala noticia.
El infierno no existe.
Es que ahí, en el paraíso,
encontró a Hitler y a Mussolini
comiendo un sushi podrido
cocinado por Ezra Pound,
y a Stalin jugando en la bañera
con una pistolita de agua.
Creéme, me lo contó un canillita
que volvió de la muerte
después de que Kennedy
le escupiera un pedazo de pollo frito
y de acostarse con Mahatma Gandhi
en un colchón de clavos.
Y ahora, entre nosotros
tengo que contarte que el canillita
quiere volver al paraíso
pero a los expulsados
les impiden el reingreso
volviéndolos eternos en la tierra.
Los encierran y los enloquecen.
Así que apurate,
prepará té con cianuro,
tomalo, cerrá los ojos
y volá al paraíso.
Dejá otro preparado para mí.
Y no te olvides.
Todo esto es cierto.
Me lo contó un canillita
que volvió de la muerte.
No se puede decir que es dulce, pero dulcísimo. Con mirada abarcativa, comprometida, ojos de águila y ternura desbordante en el ama.
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