Carlos Caposio, Buenos Aires, 11 de agosto 1978
Cosas dormidas
No sé si despierten
las cosas dormidas.
Una mesa que tiemble si cargan su lomo.
Un poste de luz, con miedo a tropezar.
Y los caminos
esquivando los autos.
Y las cucharas
flotando en la sopa.
Que tal el obelisco con vértigo,
los almanaques con amnesia,
libros tartamudos,
y los molinos de viento
girando y girando
en cuartos cerrados.
Quizás despierten las cosas dormidas
y una piedra se estire
para tirar una gomera.
Y los alambrados de los campos
como redes gigantes
pesquen ovejas.
Que hay si las guitarras tienen vergüenza.
Si las palabras se agarran de los labios
para no salir.
Que tal si los juguetes dejan de jugar a la escondida
con los niños descalzos.
Qué pasa si las balas tienen pánico.
Y las banderas, en un globo gigante,
se llevan volando todos los imperios.
Pero no sé…
No sé si despierten las cosas dormidas.
Cosas dormidas
No sé si despierten
las cosas dormidas.
Una mesa que tiemble si cargan su lomo.
Un poste de luz, con miedo a tropezar.
Y los caminos
esquivando los autos.
Y las cucharas
flotando en la sopa.
Que tal el obelisco con vértigo,
los almanaques con amnesia,
libros tartamudos,
y los molinos de viento
girando y girando
en cuartos cerrados.
Quizás despierten las cosas dormidas
y una piedra se estire
para tirar una gomera.
Y los alambrados de los campos
como redes gigantes
pesquen ovejas.
Que hay si las guitarras tienen vergüenza.
Si las palabras se agarran de los labios
para no salir.
Que tal si los juguetes dejan de jugar a la escondida
con los niños descalzos.
Qué pasa si las balas tienen pánico.
Y las banderas, en un globo gigante,
se llevan volando todos los imperios.
Pero no sé…
No sé si despierten las cosas dormidas.
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