Mario de Sá Carneiro, Lisboa, 19 de mayo 1890 – Paris, 26 de abril 1916
Versión Santiago Espel
Manicura
Con la sensación de estar puliéndome las uñas
súbita e inexplicable sensación de ternura,
me incluyo todo en mí, piadosamente.
Mientras, estoy solo en el café, de mañana,
bostezando, como siempre.
A mi alrededor mesas, mesas duras, ingratas,
esquinadas en su desgracia tosca y librepensadora.
Afuera un día de mayo soleado y luminoso,
un día democrático, brutal y provinciano,
un día que mis ojos delicados, citadinos,
en su refinamiento no pueden soportar,
y que a duras penas alcanzan a tolerar en su náusea.
Toda mi sensibilidad se rebela contra este día
que encontrará a mis amigos del mejor ánimo,
morenos, naturales, de gruesos bigotes,
que aunque se dicen artistas son apenas partidarios
y asisten a congresos republicanos,
se van de joda, les gusta el vino tinto
y las manzanas rojas o las sardinas fritas…
Y yo, mientras, siempre con esta sensación
de estar puliéndome las uñas
y barnizándolas con una laca parisina,
me voy enterneciendo más y más por mi suerte…
Mil colores en el aire, mil palpitaciones, vibraciones,
brumosos planos oblicuos que abaten flechas,
listas volubles, discos flexibles,
que llegan a perfilar tenuemente
toda la ternura que yo pudiera haber vivido
toda la grandeza que pudiera haber sentido
todos los que durante este tiempo fui…
Poco a poco y de esta manera, se me destaca
la débil obsesión de una sonrisa
que vagos espejos reflejaron…
Leve inflexión serpenteando…
Fino estremecimiento cristalizado…
Inalcanzable desviación…
Veloz ramalazo atmosférico…
Y todo, todo me es transmitido así a través
del espacio, mediante innumerables intersecciones
de planos, múltiples, libres y resbaladizos.
Y es ahí, en el gran espejo de fantasmas,
en donde oscila y brota la maraña de mi pasado,
es ahí donde se desmorona mi presente,
y donde se transforma en polvo mi futuro.
Versión Santiago Espel
Manicura
Con la sensación de estar puliéndome las uñas
súbita e inexplicable sensación de ternura,
me incluyo todo en mí, piadosamente.
Mientras, estoy solo en el café, de mañana,
bostezando, como siempre.
A mi alrededor mesas, mesas duras, ingratas,
esquinadas en su desgracia tosca y librepensadora.
Afuera un día de mayo soleado y luminoso,
un día democrático, brutal y provinciano,
un día que mis ojos delicados, citadinos,
en su refinamiento no pueden soportar,
y que a duras penas alcanzan a tolerar en su náusea.
Toda mi sensibilidad se rebela contra este día
que encontrará a mis amigos del mejor ánimo,
morenos, naturales, de gruesos bigotes,
que aunque se dicen artistas son apenas partidarios
y asisten a congresos republicanos,
se van de joda, les gusta el vino tinto
y las manzanas rojas o las sardinas fritas…
Y yo, mientras, siempre con esta sensación
de estar puliéndome las uñas
y barnizándolas con una laca parisina,
me voy enterneciendo más y más por mi suerte…
Mil colores en el aire, mil palpitaciones, vibraciones,
brumosos planos oblicuos que abaten flechas,
listas volubles, discos flexibles,
que llegan a perfilar tenuemente
toda la ternura que yo pudiera haber vivido
toda la grandeza que pudiera haber sentido
todos los que durante este tiempo fui…
Poco a poco y de esta manera, se me destaca
la débil obsesión de una sonrisa
que vagos espejos reflejaron…
Leve inflexión serpenteando…
Fino estremecimiento cristalizado…
Inalcanzable desviación…
Veloz ramalazo atmosférico…
Y todo, todo me es transmitido así a través
del espacio, mediante innumerables intersecciones
de planos, múltiples, libres y resbaladizos.
Y es ahí, en el gran espejo de fantasmas,
en donde oscila y brota la maraña de mi pasado,
es ahí donde se desmorona mi presente,
y donde se transforma en polvo mi futuro.
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