Leopoldo Marechal, Bs As, 11 de junio 1900 - Bs As, 26 de junio 1970
La calle de los paraísos
En esta calle, un día, tambaleaban mis voces:
¡Eran pájaros niños y robaban
el fruto de silencio que maduró tu boca!
Fructificó en palabras redondas tu silencio.
Se ligaron mis voces y tus voces
en un metal, donde acuñó la vida
sus medallas de angustia.
Nuestras voces pequeñas no sabían
deletrear aquel libro de maitines…
¡Gastados episodios de mis dedos
en los países de tu blusa!
¡Manos deshilachadas en hebras de caricias;
dientes jugosos de morder estrellas!
La vida, entonces,
¿no se partió en caminos asoleados?
¿No fue un tambor el mundo, bajo tu pie de música?
¿No se curvó en tus dedos la ballesta
del horizonte loco de partidas?
¡Mis dientes apretaban las rubias caracolas del sol!
Y fue curvado trampolín la tierra,
para el salto mortal de la alegría…
La calle de los paraísos
En esta calle, un día, tambaleaban mis voces:
¡Eran pájaros niños y robaban
el fruto de silencio que maduró tu boca!
Fructificó en palabras redondas tu silencio.
Se ligaron mis voces y tus voces
en un metal, donde acuñó la vida
sus medallas de angustia.
Nuestras voces pequeñas no sabían
deletrear aquel libro de maitines…
¡Gastados episodios de mis dedos
en los países de tu blusa!
¡Manos deshilachadas en hebras de caricias;
dientes jugosos de morder estrellas!
La vida, entonces,
¿no se partió en caminos asoleados?
¿No fue un tambor el mundo, bajo tu pie de música?
¿No se curvó en tus dedos la ballesta
del horizonte loco de partidas?
¡Mis dientes apretaban las rubias caracolas del sol!
Y fue curvado trampolín la tierra,
para el salto mortal de la alegría…
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