Edmond Jabès, El Cairo, 16 de abril 1912 - París, 2 de enero 1991
Traducción Jorge Fondebrider
El instante de después
1
“El ojo capta lo que va a suprimir. No puede percibir lo que
escapa a la muerte y es invisible”, decía él.
“El ojo es humano. El ojo hizo a Adán mortal.”
“Cuando Adán abrió los ojos, Dios tembló.”
“La caída de Adán es el triunfo del ojo.”
“Dios no tiene mirada”, decía él todavía.
Dios sabe: El es ciego. El hombre aprende a conocer lo que
sus ojos suprimen. Todo conocimiento pasa por la elección. La elec-
ción es garante del asesinato.
“No matarás”, manda Dios. ¿Esperaba El que el hombre vol-
viera a ser ciego?
“Ah Señor, ¿por qué hacer de mí un asesino, dotándome del
sentido de la vista y luego condenarme a causa de mis ojos abiertos?”
había escrito un rabino encontrado poco después de que fuera escrita
la última página del Libro de las preguntas.
“Dios creó el mundo a la medida de la mirada de la creatura a
fin de que murieran las unas por las otras”, había anotado él.
“Dios creó el mundo, es decir Dios Se creó para afrontar la
mirada del hombre y develar Su poderío escapándosele”, había ano-
tado él por otro lado.
La mejor prueba de amor que podía dar a Dios la creatura fue
aceptar su Invisibilidad.
El mundo se apagará con el ojo. Todo habrá sido dicho, como
al principio.
2
“…la apertura mortal del ojo.”
Jacques Derrida.
3
El ojo es la página blanca. Sucumbe la mirada.
Harás de lo que veas tu escritura y de lo que te ve, tu lectura.
El ojo es olvido. A la vez, olvido de las cosas vistas y mirada tú
del olvido.
No harás nada. Te disgregarás.
Traducción Jorge Fondebrider
El instante de después
1
“El ojo capta lo que va a suprimir. No puede percibir lo que
escapa a la muerte y es invisible”, decía él.
“El ojo es humano. El ojo hizo a Adán mortal.”
“Cuando Adán abrió los ojos, Dios tembló.”
“La caída de Adán es el triunfo del ojo.”
“Dios no tiene mirada”, decía él todavía.
Dios sabe: El es ciego. El hombre aprende a conocer lo que
sus ojos suprimen. Todo conocimiento pasa por la elección. La elec-
ción es garante del asesinato.
“No matarás”, manda Dios. ¿Esperaba El que el hombre vol-
viera a ser ciego?
“Ah Señor, ¿por qué hacer de mí un asesino, dotándome del
sentido de la vista y luego condenarme a causa de mis ojos abiertos?”
había escrito un rabino encontrado poco después de que fuera escrita
la última página del Libro de las preguntas.
“Dios creó el mundo a la medida de la mirada de la creatura a
fin de que murieran las unas por las otras”, había anotado él.
“Dios creó el mundo, es decir Dios Se creó para afrontar la
mirada del hombre y develar Su poderío escapándosele”, había ano-
tado él por otro lado.
La mejor prueba de amor que podía dar a Dios la creatura fue
aceptar su Invisibilidad.
El mundo se apagará con el ojo. Todo habrá sido dicho, como
al principio.
2
“…la apertura mortal del ojo.”
Jacques Derrida.
3
El ojo es la página blanca. Sucumbe la mirada.
Harás de lo que veas tu escritura y de lo que te ve, tu lectura.
El ojo es olvido. A la vez, olvido de las cosas vistas y mirada tú
del olvido.
No harás nada. Te disgregarás.
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