Héctor Viel Temperley, Bs. As.,21 de mayo 1933 – Bs. As., 25 de junio 1987
Larga esquina de verano
¿Nunca morirá la sensación de que el demonio puede servirse de los
cielos, y de las nubes y las aves, para observarme las entrañas?
Amigos muertos que caminan en las tardes grises hacia frontones de
pelota solitarios: El rufián que me mira sonríe como si yo
pudiera desearla todavía.
Se nubla y se desnubla. Me hundo en mi carne; me hundo en la iglesia
de desagüe a cielo abierto en la que creo. Espero la resurrección
-espero su estallido contra mis enemigos- en este cuerpo,
en este día, en esta playa. Nada puede impedir que en su Pierna me azoten
como cota de malla -y sin ninguna Historia ardan en mí-
las cabezas de fósforos de todo el Tiempo.
Tengo las toses de los viejos fusiles de un Tiro Federal en los ojos. Mi
vida es un desierto entre dos guerras. Necesito estar a oscuras.
Necesito dormir, pero el sol me despierta. El sol, a través de mis
párpados, como alas de gaviotas que echan cal sobre mi vida;
el sol como una zona que me había olvidado; el sol como un golpe
de espuma en mis confines; el sol como dos jóvenes vigías en una
tempestad de luz que se ha tragado al mar, a las velas y al cielo.
Larga esquina de verano
¿Nunca morirá la sensación de que el demonio puede servirse de los
cielos, y de las nubes y las aves, para observarme las entrañas?
Amigos muertos que caminan en las tardes grises hacia frontones de
pelota solitarios: El rufián que me mira sonríe como si yo
pudiera desearla todavía.
Se nubla y se desnubla. Me hundo en mi carne; me hundo en la iglesia
de desagüe a cielo abierto en la que creo. Espero la resurrección
-espero su estallido contra mis enemigos- en este cuerpo,
en este día, en esta playa. Nada puede impedir que en su Pierna me azoten
como cota de malla -y sin ninguna Historia ardan en mí-
las cabezas de fósforos de todo el Tiempo.
Tengo las toses de los viejos fusiles de un Tiro Federal en los ojos. Mi
vida es un desierto entre dos guerras. Necesito estar a oscuras.
Necesito dormir, pero el sol me despierta. El sol, a través de mis
párpados, como alas de gaviotas que echan cal sobre mi vida;
el sol como una zona que me había olvidado; el sol como un golpe
de espuma en mis confines; el sol como dos jóvenes vigías en una
tempestad de luz que se ha tragado al mar, a las velas y al cielo.
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