lunes, 28 de noviembre de 2016

Oscar Hermes Villordo -Un niño espía a Emily Dickinson en su jardín

Oscar Hermes Villordo, Machagai, Chaco, 9 de mayo 1928 – Bs As, 1 de enero 1994


Un niño espía a Emily Dickinson en su jardín

Que la mirara un pájaro –hostilmente,
por supuesto, ¿qué hacía allí, la intrusa? -,
no era extraño, de modo que su frente
apenas se alteró, e indiferente
siguió sus ademanes de reclusa.

Ni un pájaro, ni un hombre
(ella, en ese caso, lo sabría)
la están espiando. Un niño es quién la espía
Un niño –la inocencia- , ése es su nombre.

Estaba en su jardín, arrodillada
sobre una capa roja. La mirada
curiosa la seguía entre las flores.
¿Por qué el niño guardó, de los colores,
el color de la capa? La memoria
es frágil, pero fiel. Esta es la historia:
“Estaba en su jardín, arrodillada
sobre una capa roja.” Después, nada.

Nada sino el jardín en donde corta
la memoria inmortal sus flores raras
y al que ella sólo entra. Qué le importa
que pájaros -¿o niños?- con sus caras
se asomen al jardín perecedero.
Ella es Emily Dickinson, y acepta.
Y mientras acomoda en el cantero
el brote por nacer, la tierra yerma,
como una flor perfecta
va abriéndose su alma en el poema.

1 comentario:

  1. Gracias, Jorge, por subir este poema a Dickinson del recordado Hermes Villordo; como un niño testigo de ese ser escindido y pleno en su jardín. Te cuento que allá por el 84, Hermes y E. Azcona Cramwell me dieron un premio de poesía que nunca valoré lo suficiente; yo vivía en el sur, también era un niño testigo de encierros y de la ternura posible. Un abrazo, querido Jorge, tocayo.

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