Almog Behar, Netanya, Israel, 10 de noviembre 1978
Traducción Gerardo Lewin
Poema para los presos en las cárceles
Escribí un poema para los presos en las cárceles
y se lo mostré a mi padre. Dijo:
¿De qué les servirán poemas a los presos
y quiénes somos para menospreciar la justicia
de oficiales, jueces y legisladores?
Le dije: es sobre nuestra propia prisión que escribo, padre.
Con el final de cada día regreso a mi celda
para aguardar indicaciones de remotos carceleros:
ya me dirán si debo encadenar mis manos
o reclamar la libertad golpeando
contra los barrotes de la ventana.
Me dice: los sueños del poema por tu boca hablan
y tú te encuentras fuera de los muros carcelarios,
no te he criado para que vivas prisionero; hijo,
te enviaré si quieres a estudiar derecho,
quizá te vuelvas juez y en lugar de poemas escribirás sentencias
para aliviar de penas a este mundo. Le dije: padre,
hijo soy tuyo y no me has criado para que te tema,
la prisión mayor es que tú y yo y nos incluye,
ahora mismo el guardián te ordena desconocer tu encierro,
te indica pedir permanecer dentro del límite de tu calabozo.
Me dice: cautivos entonces somos todos en la prisión de Dios,
hijo, y esclavos suyos, mas, ¿cuáles son sus leyes, sus juzgados?
y hombre no hay que nunca haya pecado, ¿lo recuerdas?
Le dije: esta prisión es obra de los hombres, padre,
y día a día ayudamos nosotros en su construcción,
sumamos pabellones y disponemos cámaras de vigilancia,
en breve ya no necesitarán más carceleros, los echarán
y nos vigilaremos entre nosotros mismos.
No estudiaré derecho aunque he resuelto
no escribir tampoco más poemas. ¿Cómo es eso? Yo ya avisé
a todo lo largo del pasillo en nuestro pabellón penitenciario
que mi hijo escribe poemas para el día de la liberación,
nuestros vecinos aprenden y recitan tus poemas.
Los escucho, padre. No son, sin embargo, mis poemas lo que cantan
sino canciones del penal. A partir de hoy escribiré
veredictos que compitan con las resoluciones judiciales,
redactaré sentencias que compitan contra sus fallos,
les escribiré a mamá y a ti desde mi celda
cartas en las que anunciaré que la liberación
no llegará siquiera en los lejanos días de tus nietos,
que este combate es más largo
que cuanto pudieron figurarse los poetas.
Todos los poemas han fracasado.
Traducción Gerardo Lewin
Poema para los presos en las cárceles
Escribí un poema para los presos en las cárceles
y se lo mostré a mi padre. Dijo:
¿De qué les servirán poemas a los presos
y quiénes somos para menospreciar la justicia
de oficiales, jueces y legisladores?
Le dije: es sobre nuestra propia prisión que escribo, padre.
Con el final de cada día regreso a mi celda
para aguardar indicaciones de remotos carceleros:
ya me dirán si debo encadenar mis manos
o reclamar la libertad golpeando
contra los barrotes de la ventana.
Me dice: los sueños del poema por tu boca hablan
y tú te encuentras fuera de los muros carcelarios,
no te he criado para que vivas prisionero; hijo,
te enviaré si quieres a estudiar derecho,
quizá te vuelvas juez y en lugar de poemas escribirás sentencias
para aliviar de penas a este mundo. Le dije: padre,
hijo soy tuyo y no me has criado para que te tema,
la prisión mayor es que tú y yo y nos incluye,
ahora mismo el guardián te ordena desconocer tu encierro,
te indica pedir permanecer dentro del límite de tu calabozo.
Me dice: cautivos entonces somos todos en la prisión de Dios,
hijo, y esclavos suyos, mas, ¿cuáles son sus leyes, sus juzgados?
y hombre no hay que nunca haya pecado, ¿lo recuerdas?
Le dije: esta prisión es obra de los hombres, padre,
y día a día ayudamos nosotros en su construcción,
sumamos pabellones y disponemos cámaras de vigilancia,
en breve ya no necesitarán más carceleros, los echarán
y nos vigilaremos entre nosotros mismos.
No estudiaré derecho aunque he resuelto
no escribir tampoco más poemas. ¿Cómo es eso? Yo ya avisé
a todo lo largo del pasillo en nuestro pabellón penitenciario
que mi hijo escribe poemas para el día de la liberación,
nuestros vecinos aprenden y recitan tus poemas.
Los escucho, padre. No son, sin embargo, mis poemas lo que cantan
sino canciones del penal. A partir de hoy escribiré
veredictos que compitan con las resoluciones judiciales,
redactaré sentencias que compitan contra sus fallos,
les escribiré a mamá y a ti desde mi celda
cartas en las que anunciaré que la liberación
no llegará siquiera en los lejanos días de tus nietos,
que este combate es más largo
que cuanto pudieron figurarse los poetas.
Todos los poemas han fracasado.
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