María del Mar Estrella, Bs As, 30 octubre 1941
Las lunas de Federico
Las lunas de Federico
tienen los ojos de barro
con dos lágrimas que cuelgan
del arcabuz de sus párpados.
Unas vestidas de novia
con senos de duro estaño,
otras rojas como sangre
de corazón desflorado.
Las lunas de Federico
galopan con negros cascos
por un horizonte verde
crucificado de pájaros.
El duende juega con ellas
y las lunas, como aros,
giran en trompos de fuego
dando brincos de venado.
Por un olivar de penas
van las lunas deshojando
el vientre de las doncellas
y el honor de los gitanos.
(A lo lejos las persiguen
jaurías de perros machos
pero no habrán de encontrarlas
porque las cuidan los magos).
No hay cárcel para estas lunas
que nacieron de su canto.
¡Comadres: dejad abierta
la ventana del retablo
que por allí entrarán ellos:
los personajes lorquianos!
Las lunas de Federico
Las lunas de Federico
tienen los ojos de barro
con dos lágrimas que cuelgan
del arcabuz de sus párpados.
Unas vestidas de novia
con senos de duro estaño,
otras rojas como sangre
de corazón desflorado.
Las lunas de Federico
galopan con negros cascos
por un horizonte verde
crucificado de pájaros.
El duende juega con ellas
y las lunas, como aros,
giran en trompos de fuego
dando brincos de venado.
Por un olivar de penas
van las lunas deshojando
el vientre de las doncellas
y el honor de los gitanos.
(A lo lejos las persiguen
jaurías de perros machos
pero no habrán de encontrarlas
porque las cuidan los magos).
No hay cárcel para estas lunas
que nacieron de su canto.
¡Comadres: dejad abierta
la ventana del retablo
que por allí entrarán ellos:
los personajes lorquianos!
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