Piero De Vicari, San Nicolás, Buenos Aires, 24 de febrero 1963
Cota 562
“El informe final de las excavaciones arqueológicas
en la línea defensiva republicana de Raïmats (entorno
de la Cota 562), arroja nueva información sobre el
caso del polémico soldado. Según los nuevos datos,
Xarli sería catalán, de clase media y diestro. El desdichado
militar murió en combate en noviembre de 1938 en
los últimos compases de la Batalla del Ebro protegiendo
heroicamente la retirada de sus camaradas. Aguantó
firme, pegó un montón de tiros y, según revelan las
investigaciones, murió por una granada que al explotar
le arrancó la mano derecha, le destruyó la pierna y
le llenó de metralla el pecho…”
Jacinto Antón “El País.com”, Cataluña...
Te encontraron, Xarli
o como te llames
te encontraron.
No fue necesario el juicio final
para que tus huesos
florecieran en el polvo.
Estabas allí, entre raíces y viejas humedades,
solo, pariendo muertos
en la fría mañana de un noviembre.
Despojado de las sombras
tu cepillo de dientes
junto a los huesos.
Tu brillantina Myrurgia
junto a los huesos.
Tu navaja, tu escudilla militar,
tus hebillas y botones, tu recipiente metálico para afeitado
junto a los huesos.
Tus fragmentos de cartón, papel y plástico
junto a los huesos.
Tus huesos
a merced de los franquistas de Navarra.
De espaldas, la vida se te fue en un soplo.
De espaldas, te cubrieron de barro
para ocultar la libertad,
ahora desnuda,
ahora vacía en la riberas del Ebro.
La muerte, hermano manco,
se llevó tu mano derecha,
tus cinco dedos diestros,
tus uñas como un mascarón de proa
y te dejó recostado en la mortaja del mundo,
otra vez solo:
flor de podredumbre en La Fatarella.
Tu mano, Xarli,
la muerte se llevó tu mano
y tu brazo de ahí en más sin mano
fue una palabra rancia amotinada en lo oscuro,
en un siglo que bosteza
tus botas del talle 42,
tu macuto catalán
envuelto de fantasmas y lloviznas.
¿Cuántas muertes son tus muertos?
preguntó el fusil Mosin Nagant
antes de enderezar tu perfil
y dejarlo enterrado
en la boca del lobo.
¿Cuántas muertes son tus muertos?
volvió a preguntar el fusil Mosin Nagant
antes que el aliento elucubrara
tus pulmones de sarga,
tus infinitas lenguas
envejecidas de espanto.
Bienaventurados los despojos
que vuelven a la luz con tu mirada,
con tu anonimato ungido por piadosas larvas
y medallas al honor que en el hueco de tu pecho
reverdecen.
Sean bienaventurados en el hoy
que nos trae de nuevo tu presencia,
comulgando en el milenio de faisanes
y proxenetas financieros,
de sondas estelares y átomos revelados,
del genoma que esquiva
nuestra levedad
de pluma enamorada.
La guerra se ha perdido, Xarli
y es hora que lo sepas.
Cota 562
“El informe final de las excavaciones arqueológicas
en la línea defensiva republicana de Raïmats (entorno
de la Cota 562), arroja nueva información sobre el
caso del polémico soldado. Según los nuevos datos,
Xarli sería catalán, de clase media y diestro. El desdichado
militar murió en combate en noviembre de 1938 en
los últimos compases de la Batalla del Ebro protegiendo
heroicamente la retirada de sus camaradas. Aguantó
firme, pegó un montón de tiros y, según revelan las
investigaciones, murió por una granada que al explotar
le arrancó la mano derecha, le destruyó la pierna y
le llenó de metralla el pecho…”
Jacinto Antón “El País.com”, Cataluña...
Te encontraron, Xarli
o como te llames
te encontraron.
No fue necesario el juicio final
para que tus huesos
florecieran en el polvo.
Estabas allí, entre raíces y viejas humedades,
solo, pariendo muertos
en la fría mañana de un noviembre.
Despojado de las sombras
tu cepillo de dientes
junto a los huesos.
Tu brillantina Myrurgia
junto a los huesos.
Tu navaja, tu escudilla militar,
tus hebillas y botones, tu recipiente metálico para afeitado
junto a los huesos.
Tus fragmentos de cartón, papel y plástico
junto a los huesos.
Tus huesos
a merced de los franquistas de Navarra.
De espaldas, la vida se te fue en un soplo.
De espaldas, te cubrieron de barro
para ocultar la libertad,
ahora desnuda,
ahora vacía en la riberas del Ebro.
La muerte, hermano manco,
se llevó tu mano derecha,
tus cinco dedos diestros,
tus uñas como un mascarón de proa
y te dejó recostado en la mortaja del mundo,
otra vez solo:
flor de podredumbre en La Fatarella.
Tu mano, Xarli,
la muerte se llevó tu mano
y tu brazo de ahí en más sin mano
fue una palabra rancia amotinada en lo oscuro,
en un siglo que bosteza
tus botas del talle 42,
tu macuto catalán
envuelto de fantasmas y lloviznas.
¿Cuántas muertes son tus muertos?
preguntó el fusil Mosin Nagant
antes de enderezar tu perfil
y dejarlo enterrado
en la boca del lobo.
¿Cuántas muertes son tus muertos?
volvió a preguntar el fusil Mosin Nagant
antes que el aliento elucubrara
tus pulmones de sarga,
tus infinitas lenguas
envejecidas de espanto.
Bienaventurados los despojos
que vuelven a la luz con tu mirada,
con tu anonimato ungido por piadosas larvas
y medallas al honor que en el hueco de tu pecho
reverdecen.
Sean bienaventurados en el hoy
que nos trae de nuevo tu presencia,
comulgando en el milenio de faisanes
y proxenetas financieros,
de sondas estelares y átomos revelados,
del genoma que esquiva
nuestra levedad
de pluma enamorada.
La guerra se ha perdido, Xarli
y es hora que lo sepas.
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