Héctor Pedro Blomberg, Bs As, 18 de marzo 1889 – Bs As, 3 de abril 1955
Las noches del café de La Paloma
Café del barrio viejo, café de La Paloma…
Yo soñaba en sus mesas o jugaba al billar
En los largos hastíos de remotos veranos
En las noches alegres que no han de volver más.
En una de esas noches mis ojos se encontraron
Con su carita pálida…era rubia y gentil…
Yo le escribía versos…me amó una primavera,
La renguita Lucía, que tocaba el violín.
Romero me aburría con largas narraciones
De cuando fue conscripto y anduvo por el sur;
Yo escuchaba en silencio, abstraído, y miraba
La vereda de enfrente, donde había un ombú.
El moreno Requena, tocaba la guitarra
Y me contaron historias que no tenían fin,
Historias de divorcios y escandalosos pleitos:
Requena era escribiente de un juez en lo civil.
Juan Cruz leía siempre novelas de Gutiérrez:
“El chacho”, “Hormiga negra”, “Juan Cuello”, en el café;
Soñaba con el tiempo de Rosas y tenía
Una daga de plata guardada en el jacquet.
Después venían otros, Anselmi, los Rodríguez,
Que jugaban al truco hasta el amanecer;
El oficial Martínez, que hacía versos malos,
Los leía en voz alta, en medio del café.
Don José el de “La estrella”, que cerró la farmacia,
Cuando una noche, en junio, su mujer se murió
Y le dejó solito…¡Como bebía el pobre!
Se quedaba dormido, tranquilo, en su rincón.
No he encontrado a ninguno, después de tantos años;
El café no es el mismo y ya no está el ombú…
¡Oh noches del antiguo café de “La Paloma”
Que vieron dulcemente pasar mi juventud!
Pienso en todos: se han ido con sus pequeñas vidas,
Con los obscuros sueños que soñaban aquí.
Sólo queda un recuerdo de amor de primavera:
La renguita Lucía que tocaba el violín”.
Emblemáticamente nostálgico
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