Patricio Foglia, Bs As, 8 de agosto 1985
Colegio San José
Puse a calentar
la chapita del encendedor
dada vuelta, contra su propio fuego
para después hundirla sobre mi mano
y dibujar con su forma una sonrisa
lo más parecida posible al logo de Nirvana.
2001, Colegio San José
tenía quince años y Kurt Cobain
radiante como un edificio
en plena demolición
era el póster del placard
de mi corazón aturdido
¿y cómo no escuchar
en su voz el aullido de los lobos
de los raros, de todos los que resignan
capas y capas de su propio deseo
hasta quedar puro hueso
con tal de encajar?
¿Iría a los tumbos, por la casa
Cobain desorientado como un fantasma
llorando por los rincones?
¿O habrá sido un espectáculo
a la vista de todos e incontenible
transmitido en directo desde la pared
como el avance de una mancha de humedad?
¿Se habrá sentado a esperar, como un emperador
en su trono, con la mano firme
sujeta al cetro de la gran decisión ya tomada?
¿Dónde estaban
los conductores de MTV, sus micrófonos
y cámaras, la Revista Rolling Stone
Courtney Love, Dios, Dave Grohl
cuando un pájaro huyó de su árbol
al escuchar
el estallido de la escopeta?
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