David Diop, Burdeos, 9 de julio 1927 – Dákar, 29 de agosto 1960
Traducción María Renata Segura
El que todo lo ha perdido
El sol brillaba en mi cabaña
y mis mujeres eran hermosas y ágiles
como las palmeras bajo la brisa nocturna.
Mis hijos se metían en el gran río
de profundidades de muerte
y mis piraguas luchaban con los cocodrilos.
La luna, maternal, acompañaba nuestras danzas
El ritmo frenético y pesado del tantán,
tantán de la alegría, tantán de la despreocupación
en medio de la hoguera de libertad.
Luego, un día, el Silencio...
Los rayos del sol parecieron apagarse
en mi cabaña desprovista de sentido.
Mis mujeres comprimieron su enrojecida boca
contra los finos y duros labios de los conquistadores de ojos de acero
y mis hijos dejaron su apacible desnudez
por el uniforme de hierro y sangre.
También la voz de ustedes se ha apagado.
Los hierros de la esclavitud desgarraron mi corazón,
tantanes de mis noches, tantanes de mis ancestros.
Conmovedor!
ResponderBorrarGracias por hacerme conocer a este poeta sensible que canta la injusticia de su África. Muy bueno.
ResponderBorrarmuy buen poema!!
ResponderBorrarCada verso me toca el alma. Eso hace la verdadera poesía!!! Gracias querido Jorge. Abrazo inmenso. Concepción
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