miércoles, 16 de enero de 2019

Daniel Katz -Nada que no sepamos al despertar.

Daniel Katz, Bs As, 14 de junio 1956


Nada que no sepamos al despertar.

Siempre es posible
creer
en quien tiene
bigotes
si abulta
palabras
de acentuado terror
entre líneas
de manifiesto orden
cuando se afeita
a la mañana
y dice
aquí una torre
allí una planta
nuclear
y una verdad
último modelo
que dé seguridad a los ancianos
y temerosos dueños
de un privado futuro
a plazo fijo.
Nada más grato
que entregar
las hijas
a un bello
lobo
que apenas se disfraza
de cordero
en las amables fiestas
de la devoración.
El acre olor del sacrificio
se esparce
en los pasillos
entrando en la saliva
de una jauría
enclenque
y renga
que solo aúlla
en sus campos
de golf.
Las palabras
siempre pueden
adornar tu frente
y son posibles
de comprar
a precio de mercado.
Las orejas
edulcorarlas.
La angustia
apaciguarla
en Rivotril.
Los sueños
amañarlos
en olvido seco.
La voz
enmudecerla
con canciones.
Y el goce de vivir
dorarlo al escabeche
entre esforzados
sacrificios de colmillo.
Nada que no sepamos
al despertar
cuando la mano
caliente
del sueño
puede
aún
tocar
la de otro ser.

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