Malú Urriola, Santiago de Chile, 9 de junio 1967
Gatos
I
Los gatos chicos a veces mueren
apretados en el hocico de una perra
y parece que juegan
y mueven la colita
pero se están muriendo.
Hacen globitos con la sangre
mientras la lengua arranca
y un sol lúdico tironea su sombra.
El gatito se inclina
proyectando desde los ojos
una noche que se desmenuza
que cae en pedazos toda roñosa
y el cucho reventándose
trata de alcanzar un sol que se inclina
que cae en una noche pataleante
entonces hace como si se ahogara
mientras fermenta la noche
en un día lleno de sol
que cae duro en los techos
en sus ojos vidriosos
y el gato es extinguido
sacado fuera de lo real.
IV
Hey, malú, asume la vida de gato
que te toca saltar de techo en techo
porque ni siquiera un poco de sol
los hará volver
porque no nacimos para dar
pero tampoco para recibir
hay que asumir el costo
te estás chalando
nada te llena
y el hastío te agarra de espaldas
por eso le seguimos el juego
a los imbéciles
y corremos en esta carrera de equinos
de mala sangre
cuando el poeta canta su bar cecil
y Dios le guiña un ojo
y por el otro le cae un goterón de tinto
de aburrido tinto.
Hey, malú, nace una estrella
nadie quiere el nobel
pero se mueren de sólo pensarlo
los poetas se odian
toman juntos pero se odian
a quién le importa
que se maten
que se tengan pica hasta la muerte
total, de todas maneras
no tenemos quien nos abrace
porque los gatos se retiran de noche
quién sabe dónde.
Hay que asumir, pendeja
que estás sola
que te bailas un rock
para quitarte las ganas –tú sabes de qué–
porque de tanto perraje patriarcal trompeteado
estás hasta la tusa
y ellos siguen tirándose a partir
prejuiciados
amablemente discrepantes
hey, malú una raja, qué te importa
si ni siquiera encuentras algo que te importe
por eso callas y luego ríes
porque nadie te llena el hoyo,
ni el vino
ni los machitos
ni mirar sus traseros sin forma
no te queda más que caminar borracha
y llegar borracha a tu home
piedrita mendiga
XI
Lo estropearon todo, baby
y te bailas un rock de malas ganas
porque ellos quieren verte
reventar de noche
ebria
sin hablar con nadie
y de día se lo pasarán pateando gatos
es entretenido verlos pavonearse
con sus chascas y ropitas excéntricas
pretendiendo volver al divino tesoro
qué va, son iguales a los demás
las grandes lumbreras del mundo
devorando ratas en las bibliotecas
bebiendo de noche en algún bar snob
de algún barrio snob
y salir snobmente borrachos
trágate esa vaga sensación de techos
despoblados, pendeja
y ve a emborracharte hasta que revientes
con tus amigos oligofrénicos
a quién le importa
que el último gato gris se aleje
en medio de los cachureos del techo
y que a lo lejos Bob Dylan gima
“like a rolling stone”.
XII
a angélica saldaña
Hace tanto tiempo, querida amiga
acá los poetas mienten
y tus ojos son ya
un par de gorriones que se fornican
no sé dónde
reniego de la poesía
y todas esas vanalidades
la mistral ha muerto
neruda ha muerto
lihn ha muerto
sólo quedamos los necios.
Recuerdas cuando nos emborrachamos
amparadas por una chimenea medio loca
tú, estás allá ahora, recordándolo todo
con un suave dejo de melancolía
la puta melancolía que has guardado
largo tiempo en el anonimato
y un sol turístico cae
sobre tu rimbombante isla en el Mediterráneo
mientras acá el sol pega
sobre cientos de cabezas hastiadas.
Ah, querida mía
los seres somos tan maleables
de ahí la distorsión a la que Hugo
intentó someter el alejandrino.
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