Anna Francisca Rodas Iglesias, Colombia, 3 de mayo 1968
Debí escoger otro oficio
el círculo incompleto reclama su forma sin quemarse
-condición ominosa ante una plaza sin templo-
Cuán blanca se conjetura la condena.
Debiera cercar rutinas
ahuyentar el paso,
salvar
—si aún queda-
al prestidigitador que absuelve golpes quedos
magnificando el templo.
Algunos no entienden por qué marchita la rosa.
Niegan la imposición de la carne
no admiten el lenguaje, prolongado lenguaje
de una mujer desnuda ante la gloria.
Interpelan voluntad al abandono
… Nada se fortalece.
Llevo un cadáver trashumante de alboradas
debiera convidarte a oprimir el gatillo
todo puede escribirse tras los muros del silencio
Debí escoger otro oficio
donde liberar mis muertos.
jueves, 14 de mayo de 2020
sábado, 9 de mayo de 2020
Elena Anníbali -curva de remanso
Elena Anníbali, Oncativo, Córdobe, 19 de abril 1978
curva de remanso
haber abandonado qué?
haber conseguido qué?
la belleza la costumbre el trapo
yo esperé largo pero no vino
nadie a verme en mi silencio yo esperé pero
no vino nadie a verme en toda muerte
estuve ausente yo o todos los que amé estuvieron
ausentes
o estuve ciega yo y no vi nada más que el
mendrugo en la mesa el hijo
en la cama, helado, el hombre a mi lado frío, el
ladrillo de mi casa
cayéndose, quebrado, el perro que guardé rabioso
estuve ausente yo o el infierno estuvo
en el ojo que vio caer la tarde, porque el infierno
no está
arriba o abajo, sino a nivel de las cosas
elementales
grano negro abierto en la lluvia o sapo, o entero
cadáver desmigajándose por el verano, como una
hogaza yéndose
hacia lo invisible
estuve como ausente yo o me llené de ceguera y no pude
ver cómo de a poquito se fue el padre y los amigos,
el verano altísimo
y duro en que perdí todo lo que había para perder y
me llené la boca
de esta arena caliente en que hube de construir
todo lo ido, lo seco
lo difícil
vine y no estuve, o nadie
estuvo, o desaparecimos de a poco, borrándonos
como se borra el campo en la mansa precipitación
de la noche
curva de remanso
haber abandonado qué?
haber conseguido qué?
la belleza la costumbre el trapo
yo esperé largo pero no vino
nadie a verme en mi silencio yo esperé pero
no vino nadie a verme en toda muerte
estuve ausente yo o todos los que amé estuvieron
ausentes
o estuve ciega yo y no vi nada más que el
mendrugo en la mesa el hijo
en la cama, helado, el hombre a mi lado frío, el
ladrillo de mi casa
cayéndose, quebrado, el perro que guardé rabioso
estuve ausente yo o el infierno estuvo
en el ojo que vio caer la tarde, porque el infierno
no está
arriba o abajo, sino a nivel de las cosas
elementales
grano negro abierto en la lluvia o sapo, o entero
cadáver desmigajándose por el verano, como una
hogaza yéndose
hacia lo invisible
estuve como ausente yo o me llené de ceguera y no pude
ver cómo de a poquito se fue el padre y los amigos,
el verano altísimo
y duro en que perdí todo lo que había para perder y
me llené la boca
de esta arena caliente en que hube de construir
todo lo ido, lo seco
lo difícil
vine y no estuve, o nadie
estuvo, o desaparecimos de a poco, borrándonos
como se borra el campo en la mansa precipitación
de la noche
domingo, 3 de mayo de 2020
Jean Richepin -Amores locos
Jean Richepin, Argelia, 4 de febrero 1849 - París, 12 de diciembre 1926
Traducción María Renata Segura
Amores locos
¡Amantes, estréchense con un abrazo feroz!
¡Apriétense los pechos hasta estrujárselos!
Como una pareja atada con serpientes etíopes,
¡péguense piel contra piel! ¡Muérdanse boca con boca!
¡Intenten comerse el corazón! Toca que toca.
¡Que sus sacudidas de amor sean tañidos de alarma!
¡Que sus ojos, ardientes de deseos asesinos,
hagan del hueco de su lecho un caliente crisol!
¡Amantes, échense a perder el uno al otro! ¡Mezclen
sus miradas perdidas, su pelo enmarañado,
su saliva, sus llantos, sus sudores! ¡Imposible!
¿Quieren, de dos seres, hacer un solo yo?
Ustedes quieren atravesarse sin encontrar el blanco.
Ustedes se consumirán sin fundirse… ¿Y qué?
Traducción María Renata Segura
Amores locos
¡Amantes, estréchense con un abrazo feroz!
¡Apriétense los pechos hasta estrujárselos!
Como una pareja atada con serpientes etíopes,
¡péguense piel contra piel! ¡Muérdanse boca con boca!
¡Intenten comerse el corazón! Toca que toca.
¡Que sus sacudidas de amor sean tañidos de alarma!
¡Que sus ojos, ardientes de deseos asesinos,
hagan del hueco de su lecho un caliente crisol!
¡Amantes, échense a perder el uno al otro! ¡Mezclen
sus miradas perdidas, su pelo enmarañado,
su saliva, sus llantos, sus sudores! ¡Imposible!
¿Quieren, de dos seres, hacer un solo yo?
Ustedes quieren atravesarse sin encontrar el blanco.
Ustedes se consumirán sin fundirse… ¿Y qué?