Carolina Zamudio, Corrientes, 18 de marzo 1973
Descansa el amor
no son las sobras del día quienes la mantienen en vilo
el futuro le sostiene los párpados
esos sueños a los que no les siente el aliento
le deben las caricias.
La inmensidad del silencio tiene gusto a leche templada
dos galletas de manteca le calman la vigilia
–dice su madre que con eso llame al descanso–
se adelanta un mañana que escribir de puño y letra
la casa ahora descansa el amor que se tienen.
Ella recuerda como siempre el futuro bañado de niebla
el cartero hace lo que el taxi no y llega
más tarde habrá un sol huidizo en Ginebra, ella no abrirá la carta,
las niñas no la verán desde su admiración defraudada
tampoco disimulará un tenue adiós en besos.
Con estas palabras mudas interrumpe la leche de la madre
con las galletas de las niñas se atempera la inquietud
y espera un auto que no llega
rumbo a un futuro al que ella
ya llegó hace mucho tiempo.
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