Traducción Renato Sandoval Bacigalupo
Divina Comedia
Perdida en el camino al mediodía de mi vida
por el largo corredor de un hotel
con sus suaves alfombras acallando mis pasos
y su pista de baile invitando al bamboleo,
abrí tal vez la puerta equivocada,
bajé los peldaños que no debía,
llegando a un corredor cuya salida no pude hallar.
Caminé como en un sueño
guiada por una música lejana
tanto que me extenué
y solo mi cuarto me hacía falta.
Fue entonces que lo vi,
la oscura silueta del portero nocturno,
sus cabellos, negras alas de cuervo
pegadas a su cabeza,
sus dos ojos azules de trueno
y su hosca cabeza de toro.
Oh, señor de las llaves, le dije,
en este palacio
el número de mi cuarto es el 444.
No respondió,
se quedó mirando mis pechos y los tocó con sus dedos,
sus manos se deslizaron por toda la curva de mi cuerpo.
De esa forma lo encontré
sin conocerlo,
nadie ha tomado mi rostro como él,
asido mis orejas,
jalado mi pelo
y se ha deslizado así entre mis piernas.
Las lagartijas irguieron sus cabezas
bajo el terciopelo de mi vestido,
se abrieron las puertas del laberinto.
No sabía quién era,
ya que no hay otro como él
que lleve su cabeza como una corona negra.
Lo tomé de la muñeca
y lo llevé afuera,
y ahora, loca de deseo, estoy buscándolo.
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