El jardín
Era un día como cualquiera.
Robot anclaba en las mejillas del jardín
con halos de alquitrán y chicle orina.
Obituarios hambrientos gemían en cada semáforo,
cofradías de colosos acariciaban racimos de cielo,
trillones de grillos chillaban, doblegados, en sarcófagos de cal.
Cada noche era una bestia
besando ojos
con sabor a bruma entre sus dientes.
Los labios terrestres brotaban como llagas
entre murallas de cal,
aguas arteriales y hollín en los bolsillos.
Desde mi alcoba todo era visible:
vegetales embalsamados en leproso envoltorio,
frutales bajo un malón de vastas mordeduras,
trizados malvones ronroneando heridas.
De pronto,
cucarachas en mi cuerpo.
Fue entonces
que mis ojos recordaron el dulzor entremezclado de damascos y de jazmines
que vertían otras siestas….
mil hojas de robles trinando en mis oídos.
Era un día cualquiera.
La ciudad... me había inhalado.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario