Claudia Bernazza, La Plata, 12 de junio 1960
Hungría
Después, viajé a la última fotografía.
A las palabras que nadie pronunciaba.
A la llanura. A la guerra.
Furias galopes tribus caballos alas
una polvareda de montañas
en la mañana de las tierras bajas.
Álmos, padre de Árpád.
Előd, padre de Szabolcs.
Kend, padre de Kurszán.
Ond, padre de Ete.
Tas, padre de Lehel.
Huba.
Töhötöm, padre de Horka.
Ellos guardan en su boca
el nombre de los montes
lo protegen del olvido
del viento en la cara y de este viaje.
Sobreviene
una planicie
una fogata
un cansancio sin bordes.
Se abandona el viento
al costado del camino
se aceptan las rutinas.
Dicen que para ser Europa hay que pedir permiso.
Esteban negocia dioses a orillas del Danubio.
Reyes espadas turcos guerras cuchillos
La furia es un galope
que no cesa.
En el corazón del continente
extranjeros.
Los gitanos los eligen:
esta es nuestra gente.
Inventores de lenguas y palabras
han imaginado un río.
En su orilla
fundan dos ciudades
frente a frente.
Austria los necesita mansos.
Alemania más obedientes.
Rusia más disciplinados.
Estados Unidos más capitalistas.
Ningún bombardeo los detiene.
Detrás de la bruma y la ceniza, crece un puente.
Si les preguntan quiénes son
ellos responden:
Álmos, padre de Árpád.
Előd, padre de Szabolcs.
Kend, padre de Kurszán.
Ond, padre de Ete.
Tas, padre de Lehel.
Huba.
Töhötöm, padre de Horka.
Somos el huracán de esta llanura
somos dos ciudades y sus puentes.
Somos magiares en el sitio equivocado
somos Budapest
galopando eternamente a los Urales.
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