Angel Faretta, Bs As, 21 de abril 1953
A quien se sienta a mi lado
Por qué Dios mío, frente a la belleza
posible, como Narciso a contracorriente,
evitás todo posible contacto cuando
huido ya de la tentación del espejo
lo otro me atrae fuera de mi yo.
¿Por qué? Te pregunto otra vez,
se repite esta no especular razón
que hace huya de mi ser parcial
buscando completarlo en otro.
¿Has tenido a bien –o a mal-
buscar mi perdición, cuando
no hago más que buscar
eso que pusiste en tu mundo
para así valorar lo tan bello
de tu obra? Siempre tarde
con torpezas y errores;
nombres apenas borroneados,
falta de señas, adioses apurados;
sueños que buscan compensar
vanamente lo no logrado; así
me apartás desde siempre
-o muchas veces, entonces-
de la piel vista y deseada
el paisaje carnal, el borde
de la prenda o dobladillo.
Penosa peripecia y pena.
¿Me vas a dejar tan sólo
la belleza de la imagen
vuelta pintura o film?
Todas son naves que se van
en este tiempo, y que solo
dejan una estela en el mar
inquieto de mi deseo
tenaz. Aún en lo bajo
lo alto permanece.
Chet Baker ya sin dientes
al pico de su trompeta…
en Tokio en busca
de un zen ya vuelto
clisé y comentario.
Me tiro al piso,
me desgarro, si llamás
desde ese otro lado.
Brillante, maestro. Conocíamos este poema de un tiempo atrás. Gracias por recordárnoslo.
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