Valerio Magrelli, Roma, 10 de enero 1957
Versión Jorge Aulicino
Si para llamarte debo marcar un número...
Si para llamarte debo marcar un número,
te transformas en número,
dispones los rasgos
en la combinación a la que respondes.
El tres que se repite,
el nueve en tercer lugar,
indican algo de tu rostro,
Cuando te llamo
debo dibujar tu figura,
debo hacer nacer las siete cifras
análogas a tu nombre
hasta que se entreabre la caja
fuerte de la viva voz.
De golpe, mientras estoy hablando,
la interferencia altera el diálogo,
lo multiplica, abre una perspectiva
dentro del espacio oscuro
del oído.
Me veo vertical, sonámbulo,
en equilibrio sobre una fuga de voces
gemelas, enlazadas una a la otra,
sorprendidas en su contacto.
Oigo la lengua de la bestia ctonia,
la hórrida trenza de palabras, frases, el monstruo
policéfalo y deforme que me llama
desde la profundidad.
Versión Jorge Aulicino
Si para llamarte debo marcar un número...
Si para llamarte debo marcar un número,
te transformas en número,
dispones los rasgos
en la combinación a la que respondes.
El tres que se repite,
el nueve en tercer lugar,
indican algo de tu rostro,
Cuando te llamo
debo dibujar tu figura,
debo hacer nacer las siete cifras
análogas a tu nombre
hasta que se entreabre la caja
fuerte de la viva voz.
De golpe, mientras estoy hablando,
la interferencia altera el diálogo,
lo multiplica, abre una perspectiva
dentro del espacio oscuro
del oído.
Me veo vertical, sonámbulo,
en equilibrio sobre una fuga de voces
gemelas, enlazadas una a la otra,
sorprendidas en su contacto.
Oigo la lengua de la bestia ctonia,
la hórrida trenza de palabras, frases, el monstruo
policéfalo y deforme que me llama
desde la profundidad.
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