Roberto Goijman - Buenos Aires , 21 de febrero 1953
Botánico de algas submarinas
Es tan peculiarmente distinto esto de escribir, que con sólo
mirar tu don, se enternece mi alma, mi cuerpo se aternura
y deseo acariciar las pequeñas cosas, de ese maravilloso
dulce y verde botánico de algas submarinas
ágil almíbar que absorbe el interior quisquilloso
de los hombres.
Tiende a sol, a búsqueda inquieta de gigantes dinosaurios.
Sabe a cosquillas perdidas, de escalones sublimes
en igualdad erótica.
Conoce tu cuerpo de distancias y colapsos inauditos
ahí existe el hombre del sur.
Iguala tu voz la terca noche del campo con estrellas.
Depende del existir, del saber, tierno omóplato
que sufre los besos de los vientos;
y dentro de esa profundidad celeste
mar de fondo espiralado, todo se encuentra.
Pequeño elemento humano.
No he podido todavía transitar sus caminos
allí las rocas equidistantes se unen por el placer morboso
de saberse tentadas sin infierno, el aire
libre de toda pesadilla.
Es así tanto, que necesito tu yo para llenarme
llenarte de Patagonia. Historia ancestral
donde los sueños se desnudan, donde el desnudo hombre
se apichona con la grasa de los lobos marinos y suda
ante su posible y temeraria violación.
Es tan temerosamente humano, que un simple reflejo
me llena de espanto.
Cuándo se acortarán las alturas de los sures con tus manos.
Hoy, el perfil embellece tu dulce transitar de espaldas
bajando tu camino montañoso hacia los valles húmedos
y conteniendo, las lágrimas de mi pecho
y tu grito desorbitado, avanzo sobre Venus y su amatista.
Yo, ahora mordaz de la palabra, beso el recuerdo
antes que el candor de la luna me eternice.
Botánico de algas submarinas
Es tan peculiarmente distinto esto de escribir, que con sólo
mirar tu don, se enternece mi alma, mi cuerpo se aternura
y deseo acariciar las pequeñas cosas, de ese maravilloso
dulce y verde botánico de algas submarinas
ágil almíbar que absorbe el interior quisquilloso
de los hombres.
Tiende a sol, a búsqueda inquieta de gigantes dinosaurios.
Sabe a cosquillas perdidas, de escalones sublimes
en igualdad erótica.
Conoce tu cuerpo de distancias y colapsos inauditos
ahí existe el hombre del sur.
Iguala tu voz la terca noche del campo con estrellas.
Depende del existir, del saber, tierno omóplato
que sufre los besos de los vientos;
y dentro de esa profundidad celeste
mar de fondo espiralado, todo se encuentra.
Pequeño elemento humano.
No he podido todavía transitar sus caminos
allí las rocas equidistantes se unen por el placer morboso
de saberse tentadas sin infierno, el aire
libre de toda pesadilla.
Es así tanto, que necesito tu yo para llenarme
llenarte de Patagonia. Historia ancestral
donde los sueños se desnudan, donde el desnudo hombre
se apichona con la grasa de los lobos marinos y suda
ante su posible y temeraria violación.
Es tan temerosamente humano, que un simple reflejo
me llena de espanto.
Cuándo se acortarán las alturas de los sures con tus manos.
Hoy, el perfil embellece tu dulce transitar de espaldas
bajando tu camino montañoso hacia los valles húmedos
y conteniendo, las lágrimas de mi pecho
y tu grito desorbitado, avanzo sobre Venus y su amatista.
Yo, ahora mordaz de la palabra, beso el recuerdo
antes que el candor de la luna me eternice.
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