Verisión Jorge Aulicino
Infierno, Canto XXXII
Si yo tuviese las rimas ásperas y roncas,
como convendría al triste buco
al que apuntan todas las otras rocas,
yo exprimiría de mi concepto el jugo
más plenamente, pero como no las tengo,
no sin temor a hablar yo me encamino;
que no es empresa de tomar a burla
describir el fondo de todo el universo,
ni de lengua que babea "mamá" y "papá";
pero aquellas mujeres ayuden a mi verso,
que a Anfión ayudaron a cerrar a Tebas, *
tal que del hecho el decir no sea diverso.
¡Oh más que todas mal creada plebe,
que está en el lugar del que hablar es duro,
mejor hubiesen sido aquí cabras y ovejas!
Cuando llegamos al pozo oscuro,
de los pies del gigante mucho más abajo,
y todavía yo miraba el alto muro,
me dije a mí mismo: "Cuidado al pasar:
camina de modo que no patees las cabezas
de los míseros hermanos desdichados."
Por lo que me volví, y vi delante
y bajo los pies un lago que por el hielo
tenía apariencia de vidrio y no de agua.
No hizo a su paso tan grueso velo
de invierno el Danubio en Austria,
ni el Tanáis allá, bajo el frío cielo,
como era aquí; si el Tambernic
le hubiese caído encima, o el Pietrapana,
no habría logrado a la orilla hacer crujir.
Y como a croar se pone la rana
con el hocico fuera del agua, cuando sueña
solamente en espigar la aldeana;
lívidas, hasta donde aparece la vergüenza,
estaban las sombras dolientes en la escarcha,
batiendo los dientes a modo de cigüeñas.
Hacia abajo inclinaban el rostro:
del frío, la boca, y del triste corazón,
los ojos, rendían testimonio.
Cuando hube alrededor un poco visto,
volvíme a los pies y vi a dos tan juntos
que el pelo de la cabeza habían mezclado.
"Digan ustedes, apretados por el pecho",
dije yo, "¿quiénes son?" Torcieron el cuello,
y luego que hubieron la vista a mí elevado,
sus ojos, que eran antes blandos,
gotearon sobre los labios, y coaguló el hielo
las lágrimas entre aquellos, cerrándolos.
Leño con leño, grampa jamás ciñó
tan fuerte; y como dos carneros
se toparon, tanta fue su rabia.
Y uno que había perdido las orejas
por el frío, siempre mirando para abajo,
dijo: "¿Por qué así nos examinas?
"Si quieres saber quiénes son estos,
el valle donde el Bisenzo declina
de su padre Alberto fue, y de ellos. **
"De un cuerpo vienen; y en toda la Caína
podrás buscar, y no encontrarás sombra
más digna de ser puesta en esta helada;
"no aquel a quien rompió el pecho y con él
la sombra, un golpe de la mano de Arturo; ***
no Focaccia; no este que tanto me tapa
"con la cabeza, que no veo más allá,
y se llamó Sassol Mascheroni:
si eres tosco, bien sabrás ya quién fue.
"Y para que no me metas en sermones,
sabe que fui el Comicion dei Pazzi,
y a Carlino espero, que me excusa."
Después vi mil rostros amoratados
por el frío, por lo que me estremecen,
y lo harán siempre, los helados charcos.
Y mientras íbamos hacia el centro
en el que toda gravedad se suma,
y yo temblaba en el oscuro frío,
si lo quiso el destino o la fortuna
no lo sé, pero pasando entre las cabezas,
fuerte el pie golpeó el rostro de una.
Llorando me gritó: "¿Por qué me pisas?;
si no vienes a engrosar la venganza
de Monteaperto, ¿por qué fastidias?"
Y yo: "Maestro, ahora espérame,
hasta que me saque éste de una duda;
luego, cuanto quieras me darás prisa.
El duca se paró y yo le dije a aquel
que blasfemeaba duramente aún:
"¿Quién eres, que así a otros imprecas?"
"Tú quién eres, que va por la Antenora ****
golpeando", repuso, "la mejilla a los demás,
tanto que, si vivieras, sería demasiado."
"Vivo soy, y grato puedo serte",
fue mi respuesta, "si demandas fama,
con poner tu nombre entre mis notas."
Y él a mí: "Por lo contrario bramo;
¡vete de aquí y no me fastidies más,
que mal sabes alabar en este lodo!"
Entonces lo tomé por los pelos de la nuca,
y dije: "¡Más conviene que te nombres,
o no te quedará sobre ésta ni un cabello"!
De donde él a mí: "Aunque me deshojes,
no te diré quién soy, ni te lo mostraré
aunque mil veces la cabeza me sacudas."
Yo tenía sus cabellos envueltos en la mano
y le había arrancado más de un mechón,
mientras él ladraba con los ojos hacia abajo,
cuando otro gritó: "¿Qué te pasa, Bocca? *****
¿No te basta atronar con las mandíbulas
sin ladrar? ¿Qué diablo ahora te toca?"
"Ya", dije yo, "no quiero tus palabras,
malvado traidor; que para tu vergüenza
llevaré de ti noticia verdadera."
"Vete", repuso, "cuenta lo que quieras;
pero no calles, si sales de aquí adentro,
sobre este, que tuvo rápida la lengua.
"El llora aquí de los franceses el dinero:
'yo vi', podrás decir, 'a aquel de Duera,
allá donde están al fresco los que pecan.'
"Si te preguntan quiénes más estaban,
tienes al lado a aquel de Beccheria
al que le cortó Florencia la garganta.
"Gianni de' Soldanier creo que está,
más allá, con Ganelón y Tebaldello,
que abrió a Faenza cuando dormía."
Habíamos partido ya de ellos,
cuando vi dos congelados en un hueco,
tal que una cabeza de la otra era sombrero;
y como el pan por hambre se manduca,
el de arriba le ponía al otro el diente,
allí donde el cerebro se une con la nuca.
No de otro modo Tideo le roía ******
las sienes a Menalipo por desprecio,
como aquél el cráneo y las otras cosas.
"Oh tú que muestras de tan brutal manera
el odio hacia éste que te comes,
dime el porqué", dije yo, "y convengo
"que si tú con razón de él te quejas,
sabiendo quién eres y tu pecado,
en el mundo de arriba te compenso
si esta con la que hablo no se seca."
* El músico que con el poder de su lira acercó las piedras a su hermano Zeto para que construyera el muro de Tebas. Dante invoca a las musas que lo inspiraron
** Caína es la primera zona de la región central del Infierno en la que entran los poetas: están allí los traidores a su sangre - Cf. Canto Quinto: Caina attende: "la Caína espera" al asesino de Paolo y Francesca, pues era el hermano de Paolo
** Los hijos del señor del valle entre Florencia y Luca, Alberto degli Alberti. Napoléon y Alejandro -con tales nombres- disputaron entre ellos, aunque eran herederos de la misma riqueza y se mataron entre sí, en 1286. Además uno era güelfo y el otro gibelino
*** En la saga artúrica, Mordrec emboscó a su padre, Arturo,y éste le hizo pasar un rayo de luz a través del pecho, de un lanzazo. Se mencionan a continuación otros crímenes parentales: Vanni dei Cancellieri, llamado Focaccia (hogaza), le cortó la mano a un primo y mató a otro; Sassolo Mascheroni, de Florencia, mató a un primo que era su tutor para quedarse con la herencia; Comicion dei Pazzi, de Valdarno, espera a Carlino dei Pazzi, de quien insinúa que cometió un crimen más grande, pues excusa el propio
**** Antenora se llama la segunda zona de este Noveno Círculo, por Antenor, quien quiere la tradición que traicionó a los troyanos cuando abrió la puerta al famoso caballo de madera
***** Este Bocca, Bocca degli Abati, fue el que precipitó la derrota de los güelfos en Monteaperto, ya mencionada, y de la que la sangre de Alighieri no se olvida. Bocca fue traidor a su partido: militó con los gibelinos en la batalla y aun más: cortó la mano del portaestandarte güelfo, lo que decidió a los del partido del aún no nacido Dante a abandonar el campo en el que llevaban la peor parte. Esto explicaría la insólita violencia de Dante, quien ha dialogado respetuosa, aunque duramente, con el líder gibelino en aquel combate, Farinata degli Uberti, en el Canto Décimo. Bocca larga la lengua y menciona a todos los traidores que lo rodean, entre ellos al cardenal Don Tesauro da Beccheria, de Pavía, al que los güelfos de Florencia le cortaron la cabeza en 1258, bajo el cargo de urdir traición con los gibelinos, cuando éstos fueron arrojados de la ciudad. Hay testimonio de su inocencia, y también de su culpabilidad. Dante cree esto último. Gianni de' Soldanier traicionó a los gibelinos: está junto a Ganelón, un traidor mítico: el que entregó a Roldán a los sarracenos, y junto a Tebaldello de' Zambriasi, quien le abrió a los boloñenes las puertas de Faenza, en 1280. En esta parte del relato se hace patente la prescindencia de Virgilio de cuanto sucede, pues no dice palabra en todo el Canto
****** Otro héroe violento de los que asaltaron a Tebas. Bebió los sesos de su enemigo Melanipo
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