Apuntes
“Como si te dijera”, o sea, todo esto es un decir, también
este poema.
Por ejemplo: esta mañana pude descubrir en el perfil de la
montaña un gesto que es tuyo, sobre todo cuando
observo tu rostro contra el cielo, y ambos tan inasibles.
Pero no pensaba en ti, sino en la montaña, allá arriba donde
el cielo también es inasible,
allá en lo alto de esa ola que no deja de avanzar en su
tiempo, el mismo que empuja en el fondo de todos
nuestros días.
Pero detenida para nosotros en el horizonte, podemos
encontrar nuestro camino en relación con ella, su
soledad,
o sea, con tu gesto descubierto por mí esta mañana en el
perfil de la montaña,
tu gesto ese que tampoco deja de empujar y empujar en el
fondo de todos mis días, mis mañanas, mis silencios.
Como si te dijera: no pensando en ti sino en la montaña
pude pensar que te encontraré y hablaremos,
aun sabiendo que tu voz me distrae de todo lo que dices.
Como si te dijera: entre palabra y palabra, el poema vuelve a
ser un juego inocente.
Sí, también “allá arriba”, en la montaña, “el cielo es
inasible”,
menos en estas tardes en que toda la lluvia parece bajar
lentamente a posarse en su cabeza,
menos en estas tardes –ya sé, ya sé, “esos muertos”- en
que la lluvia se asoma al ventanal de la casona y
humedece la corteza del árbol que la cubre.
Sólo a su puerta recostaría mi cabeza sobre tu hombro
y te diría: “he caminado mucho, tengo hambre y sed”.
Maestro Szpunberg
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