Julio Salgado, Frías, Santiago del Estero, 31 de julio 1944
Brea chimpana
La tablilla del ala y la estructura de un fruto aparecen sobre el albardón de una íntima
comarca, un túmulo donde está quieta la luz. La mancha nacida desde un dialecto ya
extinguido. Todo puesto por un acto puro de la creación después de adorar a la cópula
y desandar entre los meridianos.
¿ Qué alumbra al agónico retiro de los antiguos tatúes bajo la tierra y a las rígidas cabelleras de
quebrachos decorados con los labios abiertos de sus sámaras,
a las terrazas de poleo, al torzal de los tasiales que exponen el brote de las vulvas
desvestidas por las muchachas inocentes del monte?
Ese horizonte tensado por la pasión como una alhaja erótica. La flecha que rasa los pastos
que adora un rincón del mundo desperdiciándose de su destino hasta hacerse una
una estrella desgajada en el lecho de una cañada. El alba que vigila los restos dejados
por el puma saciado de la noche.
Esa campaña selvática-aborigen cubierta de madrejones resecos, embabados solo por
laberintos y luciérnagas muertas de las geografías.
Ese cuadro que está compuesto y representa las partes interiores de un cuerpo mirado
desde la lejanía, mancha rosa que aún llama a la vida, a la escuela pagana de aquellas
ceremonias naturales.
¡Oh gloria, un mapa tocado con la lengua como la curva de la piel de una mujer en la majada,
sin saber si la tocamos con la demencia o con el hado!
Buscad su pedanía.-
Brea chimpana
La tablilla del ala y la estructura de un fruto aparecen sobre el albardón de una íntima
comarca, un túmulo donde está quieta la luz. La mancha nacida desde un dialecto ya
extinguido. Todo puesto por un acto puro de la creación después de adorar a la cópula
y desandar entre los meridianos.
¿ Qué alumbra al agónico retiro de los antiguos tatúes bajo la tierra y a las rígidas cabelleras de
quebrachos decorados con los labios abiertos de sus sámaras,
a las terrazas de poleo, al torzal de los tasiales que exponen el brote de las vulvas
desvestidas por las muchachas inocentes del monte?
Ese horizonte tensado por la pasión como una alhaja erótica. La flecha que rasa los pastos
que adora un rincón del mundo desperdiciándose de su destino hasta hacerse una
una estrella desgajada en el lecho de una cañada. El alba que vigila los restos dejados
por el puma saciado de la noche.
Esa campaña selvática-aborigen cubierta de madrejones resecos, embabados solo por
laberintos y luciérnagas muertas de las geografías.
Ese cuadro que está compuesto y representa las partes interiores de un cuerpo mirado
desde la lejanía, mancha rosa que aún llama a la vida, a la escuela pagana de aquellas
ceremonias naturales.
¡Oh gloria, un mapa tocado con la lengua como la curva de la piel de una mujer en la majada,
sin saber si la tocamos con la demencia o con el hado!
Buscad su pedanía.-
EXcelente poema. Rico, frutal, estelar, universal.
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