martes, 24 de mayo de 2016

Simone Burratti -Avatar

Simone Burratti, Narni, Italia, 6 de julio 1990
Traducción Myra Jara y Carlo Bordini


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                       No hay cosa más cercana a la soberbia que el exceso de humildad
                                                                                                           P. Almodóvar


S. es una persona baja e insignificante, el clásico personaje con quien no puedes identificarte. Cree firmemente en el individualismo y sobrevive gracias a una forma de socialización parasitaria.

S. te espía de reojo desde la fisura de la puerta, desde el ángulo ciego del espejo, desde proyecciones más sinceras de tu autoconciencia; está ahí, donde lo has olvidado.

S. conoce todas las debilidades una por una y las ha asignado a las sombras que lo siguen, de noche, a lo largo de las calles con los árboles. Las sombras se alargan hacia el norte, se van y después regresan. Todas las sombras parecen perfectamente idénticas.

En los medios públicos, S. desflora a las mujeres con el dorso de la mano.

S. es un hombre que sufre de meteorismo. La palabra meteorismo le gusta, y siente que lo representa plenamente. En el balcón, imagina hincharse tanto que se vuelve más ligero. La panza es dura y oval. El vacío es su fuerza. Estimulado por un movimiento interior se alza hasta la altura en que piensa. Después desaparece en la oscuridad.

S. aparece y desaparece con el esfuerzo abdominal de una luciérnaga.

Cuando S. escribe a mano, el eje y del pulso funciona mejor que su eje x.

S. ha trazado el perímetro de un cuadrado alrededor de sí. Muros invisibles que se alzan virtualmente al infinito, bosquejos de reclusión sugeridos apenas con un gesto de la mano, del eclipse de una mirada, definen el espacio mental dentro del cual S. se mueve: aunque si quisiese, no podría salir de ellos.

S. se miente a sí mismo desde el día en que ha aprendido a aceptarse.

No obstante las señales evidentes de un empeoramiento – la curvatura de la espalda, la gradual pérdida de profundidad en los ojos, el olor animalesco liberado con el sudor y con las heces – S. no quiere ser curado.

S. mira los alrededores del compartimento. Se alza, va hacia el baño, tiene la puerta cerrada con la mano. En este momento la masturbación puede parecer tanto una evasión como una batalla por el control del mundo. El tren corre en los andenes. La realidad regresa lentamente en blanco y negro.
Alguien toca.

S. es el ayudante, el gandharva, la kitsune, el jinn, el trickster.

S. es la única persona que podría comprenderme.

S. es la luna de Majora’s Mask, su grande rostro aterrorizado, la gravedad de los eventos que amenaza, ineluctable, al mundo.

S. trata de tocar la sombra fina que de los pies asciende a lo largo del muro. Un fragmento de la pared se desprende y deja el dedo de S. sucio de polvo rojo. Baja la mirada, concentra la percepción en los hombros y la nuca. Siente el cielo sobre sí como una mano inerte y gigantesca.


Perdida toda desenvoltura hacia el sol, S. se encierra en su habitación.

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