Andréi Voznesenski, Moscú, 12 de mayo 1933 – Moscú, 1 de junio 2010
Traducción Natalia Litvinova
¡Silencio!
Quiero silencio, silencio...
¿Acaso mis nervios se quemaron?
Silencio...
para que la sombra del pino,
fría, como una travesura, cosquilleando
se deslice
por toda la espalda hasta el meñique del pie.
Silencio...
Los sonidos están desconectados.
¿Cómo se llamarán tus cejas cuando la marea baje?
La comprensión
silenciosa
del silencio.
El sonido se retrasa después de la luz.
Abrimos la boca demasiado.
El presente es innombrable.
Hay que vivir en sensaciones, en colores.
La piel también es una persona,
tiene impresiones, voces.
Para ella un roce musical
es como el canto del ruiseñor para la oreja.
Cómo pueden vivir así, charlatanes,
¿El té, otra vez a las apuradas?
¿Acaso no gritaron lo suficiente?
Silencio...
Estamos inmersos en lo otro...
En el curso de una naturaleza misteriosa,
por el olor acre del humo
sabemos que regresan los pastores.
Significa que cae la tarde. La comida espera.
Ellos fuman, callados como las sombras,
y a los perros, como a los encendedores,
les brillan las lenguas silenciosas.
Traducción Natalia Litvinova
¡Silencio!
Quiero silencio, silencio...
¿Acaso mis nervios se quemaron?
Silencio...
para que la sombra del pino,
fría, como una travesura, cosquilleando
se deslice
por toda la espalda hasta el meñique del pie.
Silencio...
Los sonidos están desconectados.
¿Cómo se llamarán tus cejas cuando la marea baje?
La comprensión
silenciosa
del silencio.
El sonido se retrasa después de la luz.
Abrimos la boca demasiado.
El presente es innombrable.
Hay que vivir en sensaciones, en colores.
La piel también es una persona,
tiene impresiones, voces.
Para ella un roce musical
es como el canto del ruiseñor para la oreja.
Cómo pueden vivir así, charlatanes,
¿El té, otra vez a las apuradas?
¿Acaso no gritaron lo suficiente?
Silencio...
Estamos inmersos en lo otro...
En el curso de una naturaleza misteriosa,
por el olor acre del humo
sabemos que regresan los pastores.
Significa que cae la tarde. La comida espera.
Ellos fuman, callados como las sombras,
y a los perros, como a los encendedores,
les brillan las lenguas silenciosas.
Poemazo. Gracias a la traductora por darnos el placer...
ResponderBorrar