Raquel Graciela Fernández, Avellaneda, 11 de noviembre 1967
Sylvia
La ventana
“La luna no tiene porqué entristecerse,
mirando fijamente desde su capucha de hueso.”
Sylvia Plath (1932–1963)
La ventana
vomita coágulos de cielo
y el cerebro apaga sus luces,
una a una,
se acabó la fiesta.
Yo aúllo en negro
(el negro es un silencio espeso
como la saliva
de un condenado a vivir).
Yo blasfemo en negro,
y dos niñitos traslúcidos
desayunan sándwiches de huevo,
waffles,
jugo de naranja,
en una habitación sin ventanas
al otro lado del mundo.
Yo,
mutante rubia,
fantasma de pelo rojo,
judía, jabón, jodida,
abrazando las botas de papá,
lamiendo las botas de papá,
ofreciéndole un final chiquito
de cámara de gas,
de Auschwitzdoméstico.
La ventana fue un colirio
aliviando
mi mirada de invierno.
Ahora vomita los colores,
los escupe, los desguaza,
que se vayan,
colores, placebos,
dormirmorir
se hace siempre en negro
que se vayan.
A veces,
saco la cabeza del horno,
recojo mis poemas,
recojo mis gusanos,
en una fiesta de resucitados que dura nada,
que dura apenas una ventana,
un colirio, un jabón,
unos hijos remotos.
Mil gracias, Jorge!
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