lunes, 10 de diciembre de 2018

Juan Rapacioli -salí a caminar

Juan Rapacioli, Buenos Aires, 25 de abril 1987


salí a caminar

1

por el borde de la vida privada

doce casas más allá
termina la cuadra

un pasillo de ventanas abiertas
donde levantaron el piso
y removieron la tierra

pasé apurado para no escuchar
la risa de un ciudadano ejemplar
que no termina de morir en su silla

se hizo de noche buscando la dirección
y apagaron todas las luces de la casa

me invitaron a comer sobras
que rechacé con vanidad
del que no acepta lo que le falta

si quiero llorar subo a la terraza
y juego a dispararle a los vecinos
que cuelgan ropa simulando progreso

voy tanteando paredes sin revoque
y llego tarde a donde no me invitaron

sin querer lastimo cuando ofrezco
una mano que se quema al apretar
el gatillo de la felicidad impostada

dejo los platos sucios en la cocina
y se acumulan hasta formar
la única vida posible: la vida infectada

vuelvo transpirado y me acuesto
sobre el frío de mis entierros

2

salí a caminar

con un nombre
que olvidé en el camino

estuve solo por siglos
mirando las caras
de una moneda
que no me animé a lanzar

perdí la serenidad
la interferencia se hizo cargo
y el aire fue de piedra

con ardor en los ojos
sed de humo en la garganta
toqué la puerta tres veces

me recibió la familia
los platos en la mesa
la jarra con agua

las hermanas peleaban
la madre servía puré
el padre apoyaba sus manos
gruesas sobre el mantel

pensé en las otras manos
las de mi madre al amanecer
preparando la comida

la noche vino con tormenta
y sueño de selva en llamas

el olor del querosene
sobre el pasto arrasado
los árboles rojos bajo el cielo

me despertó el leve suspiro
saliva dulce de la asfixia
las manos frías en mi cuello

me tiré por la ventana y caí
desnudo de convicción
sobre la vereda mojada

3

el sol me pega en la cara

me despierto con hambre
y ganas de matar

la mañana sobrevuela
el cobre de las hojas
calor de agua estancada

pateo piedras que se desarman
barro mezclado con mierda
baldosas flojas de ciudad ausente

una señora barre la vereda
un hombre lava su auto
unos niños corren más lejos

el colibrí se posa en cámara lenta
sobre la rama negra que tapa
mi visión empañada de sudor

me llama el aroma de horno
masa crujiente de manzana verde
un mate de cocina a contraluz

la casa es blanca y abierta
no hay voces alrededor
sólo un tocadiscos girando

el pastel está caliente
dulce fruta triturada
agua fresca de montaña

duermo en la bañera
corto las uñas de mis pies
y me baño en perfume

descalzo sobre la loza
radiante de la habitación
miro los ladrillos del techo

esto debe ser la paz
pienso y me sirvo
una taza de té

hasta que veo la polilla

gira en círculos
se choca las paredes
cae sobre el pastel de manzana

cegada por la luz
busca una salida
con alas frenéticas sin destino

agua hirviendo sobre su intento
de pasar desapercibida
un cadáver de azúcar impalpable

6

el olor del pasto
recién cortado
anuncia el día

el rocío de la mañana
congelado en mis orejas
trae viento de tormenta

sigo el camino de arena
quemada por el tabaco
y las botellas de vino

busco direcciones en la piel
anotaciones de tinta borrada

el hombre me apunta
con su uña deforme
me lleva hasta su barba

manos de cemento
y dientes amarillos
de encierro al aire libre

su nombre es todos
dice en un idioma
que no descifro

sin hablar escucho
su historia circular

soy el hijo de un empresario
que no atiende el teléfono
mientras me desangro

soy una presa política
esperando en los bordes
que no prendan la luz

soy un doctor prestigioso
que visita la morgue
cuando cae la noche

soy una extranjera asustada
que junta piedras de la calle
y se las tira a la camioneta

soy un dirigente aplaudido
limpiándose la sangre
en el baño del hotel

soy un linyera acostado
en el banco de una plaza
soñando con perros

soy el hombre que espera
sentado en la vereda
que pare la lluvia

soy el episodio reprimido
de un paciente medicado
que sale a caminar

2 comentarios: