Juan Rapacioli, Buenos Aires, 25 de abril 1987
salí a caminar
1
por el borde de la vida privada
doce casas más allá
termina la cuadra
un pasillo de ventanas abiertas
donde levantaron el piso
y removieron la tierra
pasé apurado para no escuchar
la risa de un ciudadano ejemplar
que no termina de morir en su silla
se hizo de noche buscando la dirección
y apagaron todas las luces de la casa
me invitaron a comer sobras
que rechacé con vanidad
del que no acepta lo que le falta
si quiero llorar subo a la terraza
y juego a dispararle a los vecinos
que cuelgan ropa simulando progreso
voy tanteando paredes sin revoque
y llego tarde a donde no me invitaron
sin querer lastimo cuando ofrezco
una mano que se quema al apretar
el gatillo de la felicidad impostada
dejo los platos sucios en la cocina
y se acumulan hasta formar
la única vida posible: la vida infectada
vuelvo transpirado y me acuesto
sobre el frío de mis entierros
2
salí a caminar
con un nombre
que olvidé en el camino
estuve solo por siglos
mirando las caras
de una moneda
que no me animé a lanzar
perdí la serenidad
la interferencia se hizo cargo
y el aire fue de piedra
con ardor en los ojos
sed de humo en la garganta
toqué la puerta tres veces
me recibió la familia
los platos en la mesa
la jarra con agua
las hermanas peleaban
la madre servía puré
el padre apoyaba sus manos
gruesas sobre el mantel
pensé en las otras manos
las de mi madre al amanecer
preparando la comida
la noche vino con tormenta
y sueño de selva en llamas
el olor del querosene
sobre el pasto arrasado
los árboles rojos bajo el cielo
me despertó el leve suspiro
saliva dulce de la asfixia
las manos frías en mi cuello
me tiré por la ventana y caí
desnudo de convicción
sobre la vereda mojada
3
el sol me pega en la cara
me despierto con hambre
y ganas de matar
la mañana sobrevuela
el cobre de las hojas
calor de agua estancada
pateo piedras que se desarman
barro mezclado con mierda
baldosas flojas de ciudad ausente
una señora barre la vereda
un hombre lava su auto
unos niños corren más lejos
el colibrí se posa en cámara lenta
sobre la rama negra que tapa
mi visión empañada de sudor
me llama el aroma de horno
masa crujiente de manzana verde
un mate de cocina a contraluz
la casa es blanca y abierta
no hay voces alrededor
sólo un tocadiscos girando
el pastel está caliente
dulce fruta triturada
agua fresca de montaña
duermo en la bañera
corto las uñas de mis pies
y me baño en perfume
descalzo sobre la loza
radiante de la habitación
miro los ladrillos del techo
esto debe ser la paz
pienso y me sirvo
una taza de té
hasta que veo la polilla
gira en círculos
se choca las paredes
cae sobre el pastel de manzana
cegada por la luz
busca una salida
con alas frenéticas sin destino
agua hirviendo sobre su intento
de pasar desapercibida
un cadáver de azúcar impalpable
6
el olor del pasto
recién cortado
anuncia el día
el rocío de la mañana
congelado en mis orejas
trae viento de tormenta
sigo el camino de arena
quemada por el tabaco
y las botellas de vino
busco direcciones en la piel
anotaciones de tinta borrada
el hombre me apunta
con su uña deforme
me lleva hasta su barba
manos de cemento
y dientes amarillos
de encierro al aire libre
su nombre es todos
dice en un idioma
que no descifro
sin hablar escucho
su historia circular
soy el hijo de un empresario
que no atiende el teléfono
mientras me desangro
soy una presa política
esperando en los bordes
que no prendan la luz
soy un doctor prestigioso
que visita la morgue
cuando cae la noche
soy una extranjera asustada
que junta piedras de la calle
y se las tira a la camioneta
soy un dirigente aplaudido
limpiándose la sangre
en el baño del hotel
soy un linyera acostado
en el banco de una plaza
soñando con perros
soy el hombre que espera
sentado en la vereda
que pare la lluvia
soy el episodio reprimido
de un paciente medicado
que sale a caminar
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderBorrarEstos poemas se mezclaron con mi sangre, seguro soy yo también, la que camina.
ResponderBorrarPoetazo!!!