A veces me pregunto
cuando el insomnio me golpea los ojos
y la casa es un inmenso pájaro dormido
si esperar el sol, el mar, el árbol florecido
no serán una excusa para tocar la vida.
Entonces inventamos en los hijos crecidos
el aleteo blanco de la infancia
y el beso robado en las esquinas lejanas de la escuela.
Las fiestas…
en las habitaciones altas de aquella casa amada,
la madre eterna, los amigos borrosos en la fotografía.
A veces me pregunto
cuando el insomnio me golpea los ojos
y el reloj parece un sueño detenido,
cuanto habrá de milagro
en el parto reciente del último poema
y en tus ojos profundos
que siempre me salvaron
de las pequeñas muertes.
Beatriz Arias, inédito
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