Jackie Kay, Edimburgo, Reino Unido, 9 de noviembre 1961
Versión Santiago Espel
Dientes
Esta es X, con sus propios dientes intactos.
Su madre está horrorizada por esto.
Miren dentro de su boca. Los tiene todos.
Perlas perfectas. Piedras lácteas. Puro marfil.
Sin emplomaduras, ni encías dañadas.
X es una mujer con una sonrisa
irresistible. Desde niña. Nada de caries.
Su madre usa hasta el día de hoy dentadura postiza.
En los colmillos mal encajados hay algo indecible:
un pequeño abismo entre dientes y encías.
Los dientes de su madre nadan de noche
en un vaso de vidrio: la sonrisa de un tiburón, la mueca de un lobo.
Lo que ahora trastorna a su madre, extrañamente,
es esto: X tiene además hermosos labios.
Esta mañana los tipos entraron por la fuerza a las 8.
X llevaba su salto de cama de toalla blanco.
Llegaron con el número de ella en brazos.
Sabe usted, dice su madre,
amordazaron a mi hija para ahogar
sus gritos. Taparon su boca con cinta blanca.
El pequeño niño les tiró de los pantalones.
Mudo. Los hombres enormes lo empujaron
contra aquel rincón gris. Su voz estalló.
Se quedará allí de pie, igual de pequeño, para siempre,
verá esos momentos arrebatar, y aferrar,
y repetirse. Los hombres de civil tienen garras;
atacan a su madre como perros, amordazándola,
atándola, transformándola en otra
persona. Mirará las manos de ella pegar y retorcerse.
Sus propias manos formando una iglesia, luego
un alto campanario. Cruza los dedos. Los retuerce.
Sus manos se humedecen. Tiene cinco años.
Sabe su dirección. Sabe su nombre.
Tiene diez dedos. Los vuelve a contar.
Esta es X, con sus dientes intactos.
Vino a este país con sus dientes intactos.
Luego vendrá el ruido de los mordiscos. Mañana
surgirán las mentiras. El hombre con el flemón
dirá que ella sufría del corazón. Presión alta.
Ilegal. Él solamente hizo su trabajo.
Complételo. Anótelo. Llene los espacios.
Apruébelo oficialmente: plata u oro
o el National Health Service. Se resistió a la autoridad;
ahí tiene la causa de muerte. En bandeja.
Se equivocó. Déle un número. Piense
un número. Llévese al hijo.
Versión Santiago Espel
Dientes
Esta es X, con sus propios dientes intactos.
Su madre está horrorizada por esto.
Miren dentro de su boca. Los tiene todos.
Perlas perfectas. Piedras lácteas. Puro marfil.
Sin emplomaduras, ni encías dañadas.
X es una mujer con una sonrisa
irresistible. Desde niña. Nada de caries.
Su madre usa hasta el día de hoy dentadura postiza.
En los colmillos mal encajados hay algo indecible:
un pequeño abismo entre dientes y encías.
Los dientes de su madre nadan de noche
en un vaso de vidrio: la sonrisa de un tiburón, la mueca de un lobo.
Lo que ahora trastorna a su madre, extrañamente,
es esto: X tiene además hermosos labios.
Esta mañana los tipos entraron por la fuerza a las 8.
X llevaba su salto de cama de toalla blanco.
Llegaron con el número de ella en brazos.
Sabe usted, dice su madre,
amordazaron a mi hija para ahogar
sus gritos. Taparon su boca con cinta blanca.
El pequeño niño les tiró de los pantalones.
Mudo. Los hombres enormes lo empujaron
contra aquel rincón gris. Su voz estalló.
Se quedará allí de pie, igual de pequeño, para siempre,
verá esos momentos arrebatar, y aferrar,
y repetirse. Los hombres de civil tienen garras;
atacan a su madre como perros, amordazándola,
atándola, transformándola en otra
persona. Mirará las manos de ella pegar y retorcerse.
Sus propias manos formando una iglesia, luego
un alto campanario. Cruza los dedos. Los retuerce.
Sus manos se humedecen. Tiene cinco años.
Sabe su dirección. Sabe su nombre.
Tiene diez dedos. Los vuelve a contar.
Esta es X, con sus dientes intactos.
Vino a este país con sus dientes intactos.
Luego vendrá el ruido de los mordiscos. Mañana
surgirán las mentiras. El hombre con el flemón
dirá que ella sufría del corazón. Presión alta.
Ilegal. Él solamente hizo su trabajo.
Complételo. Anótelo. Llene los espacios.
Apruébelo oficialmente: plata u oro
o el National Health Service. Se resistió a la autoridad;
ahí tiene la causa de muerte. En bandeja.
Se equivocó. Déle un número. Piense
un número. Llévese al hijo.
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