Andrés Bohoslavsky, Cipolletti, 5 de julio 1960
Sección A3 División 24 Sepultura 2
Las coordenadas correspondientes a la tumba de mi padre
escritas en un papel sin importancia
mostraban una extraña cartografía para delimitar
como en un viejo juego de batalla naval
la ubicación en la ciudad de los muertos,
de esa especie de inquilinos de la eternidad
o lo que fuese que hay después de esto
sobre la tierra había crecido musgo, ayudado por la sombra y la humedad
y la plaquita que contenía su nombre estaba un poco herrumbrada
el horario favorecía la ausencia de otros visitantes, así que me senté a su lado
prendí un cigarrillo intentando pensar algo acerca de este misterio llamado muerte
en eso estaba, cuando llegó un tipo en bicicleta a la tumba vecina, que arrodillado
comenzó a rezar vaya a saber qué cosa
y al finalizar se acercó a pedirme un cigarrillo
a la par que me contaba los motivos de su concurrencia:
allí yacían quienes habían sido sus padrastros
dos personas muy humildes, que le habían dejado lo que tenían
que a la vista, era poco, casi nada
nos saludamos y partió en su destartalada bicicleta
mientras lo miraba alejarse, llegó un auto, cargado de gente
que mostraba signos de su posición social
claramente en las antípodas del personaje anterior
esta vez, el que se acerca a pedirme fuego, es el chofer del vehículo
que me ilustra quiénes son y a quien vienen a ver :
el dueño de media ciudad, un personaje siniestro, un tipo que supo cultivar
el arte de la usura y la acumulación de bienes, actividades primarias de una vida
dedicada al dinero y perfeccionada por el desprecio
de aquello que no respondiera a esa lógica simple y brutal
estos, como el anterior, partieron, y el que saluda es el chofer
con un guiño que parece buscar complicidad
al quedarme solo nuevamente, pienso en esta breve secuencia
extraña y cargada de simbolismos parece tener significancia o representación real
pero no alcanzo a precisar si constituye una alegoría de la sociedad o algo similar
apago el último cigarrillo y ahora,
al mirar el lugar donde reposan los restos de mi padre
me doy cuenta que todo ha sido una broma suya
una broma acerca de explotadores y explotados
me sonrío y siento su voz, entremezclada en el viento, diciéndome:
todo esto no es más que otro negocio hijo
morir es gratis o casi, pero el post-morten te va a costar un billete siempre
veámoslo en perspectiva, susurra y me interroga:
¿en qué lugar del féretro guardan su fortuna los explotadores?
el viento cesa de repente y con él las palabras de mi padre
me agacho a darle un beso a la tierra que abriga sus huesos
mientras pienso que el mas allá tal vez no sea tan mal lugar
por lo menos para gente como él, que soñaba un mundo diferente
camino algunos pasos y voy al encuentro de mi amigo
en este encantador hostel para melancólicos
sus ojos cargaban dolor y parecían contener un mensaje
lo abrazo y antes que me diga nada le advierto que tengo una historia increíble.
Sección A3 División 24 Sepultura 2
Las coordenadas correspondientes a la tumba de mi padre
escritas en un papel sin importancia
mostraban una extraña cartografía para delimitar
como en un viejo juego de batalla naval
la ubicación en la ciudad de los muertos,
de esa especie de inquilinos de la eternidad
o lo que fuese que hay después de esto
sobre la tierra había crecido musgo, ayudado por la sombra y la humedad
y la plaquita que contenía su nombre estaba un poco herrumbrada
el horario favorecía la ausencia de otros visitantes, así que me senté a su lado
prendí un cigarrillo intentando pensar algo acerca de este misterio llamado muerte
en eso estaba, cuando llegó un tipo en bicicleta a la tumba vecina, que arrodillado
comenzó a rezar vaya a saber qué cosa
y al finalizar se acercó a pedirme un cigarrillo
a la par que me contaba los motivos de su concurrencia:
allí yacían quienes habían sido sus padrastros
dos personas muy humildes, que le habían dejado lo que tenían
que a la vista, era poco, casi nada
nos saludamos y partió en su destartalada bicicleta
mientras lo miraba alejarse, llegó un auto, cargado de gente
que mostraba signos de su posición social
claramente en las antípodas del personaje anterior
esta vez, el que se acerca a pedirme fuego, es el chofer del vehículo
que me ilustra quiénes son y a quien vienen a ver :
el dueño de media ciudad, un personaje siniestro, un tipo que supo cultivar
el arte de la usura y la acumulación de bienes, actividades primarias de una vida
dedicada al dinero y perfeccionada por el desprecio
de aquello que no respondiera a esa lógica simple y brutal
estos, como el anterior, partieron, y el que saluda es el chofer
con un guiño que parece buscar complicidad
al quedarme solo nuevamente, pienso en esta breve secuencia
extraña y cargada de simbolismos parece tener significancia o representación real
pero no alcanzo a precisar si constituye una alegoría de la sociedad o algo similar
apago el último cigarrillo y ahora,
al mirar el lugar donde reposan los restos de mi padre
me doy cuenta que todo ha sido una broma suya
una broma acerca de explotadores y explotados
me sonrío y siento su voz, entremezclada en el viento, diciéndome:
todo esto no es más que otro negocio hijo
morir es gratis o casi, pero el post-morten te va a costar un billete siempre
veámoslo en perspectiva, susurra y me interroga:
¿en qué lugar del féretro guardan su fortuna los explotadores?
el viento cesa de repente y con él las palabras de mi padre
me agacho a darle un beso a la tierra que abriga sus huesos
mientras pienso que el mas allá tal vez no sea tan mal lugar
por lo menos para gente como él, que soñaba un mundo diferente
camino algunos pasos y voy al encuentro de mi amigo
en este encantador hostel para melancólicos
sus ojos cargaban dolor y parecían contener un mensaje
lo abrazo y antes que me diga nada le advierto que tengo una historia increíble.
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