Xavier Amorós, Reus, 17 de abril 1923
Versión Jonio González
Tiempos extraños
He vivido tiempos extraños.
A decir verdad:
no he conocido otros.
Quizá nunca haya existido un tiempo normal,
al menos en nuestro país, pobre,
que da lástima.
Y tengo lástima, claro,
de nosotros mismos,
de los padres y de los abuelos,
y de todos.
Pero sólo quiero hablar de lo que he visto
o de lo que he oído contar
hace poco.
Por ejemplo,
de cuando Dios también era una cosa muy extraña,
una especie de ser mitológico,
supuestamente a la máxima potencia,
que siempre estaba a punto de fulminar
a todos aquellos que no querían adorarlo.
Cuando ganaron las izquierdas,
las primeras elecciones, en mil novecientos treinta y uno,
los Navarro hablaban de tinieblas
y del fin del mundo
si la suerte no se ponía
de parte de los adoradores.
Los Navarro
tenían presente las profecías
de la famosa madre Ràfols,
una monja nacida en Vilafranca
en la primera planta de una masía
que yo visité con los del colegio,
después de no jugar al fútbol
porque llovía.
Los Navarro
tenían unas cajas
de fósforos benditos
para atravesar las tinieblas vengativas.
Por entonces se hablaba
mucho de religión
y de fe pisoteada.
Yo asistía a misa todos los festivos;
fui a las monjas y después a los “padres”
recé muchísimas veces el rosario.
Del Evangelio
nunca oí decir
dos palabras
que valiesen la pena.
Versión Jonio González
Tiempos extraños
He vivido tiempos extraños.
A decir verdad:
no he conocido otros.
Quizá nunca haya existido un tiempo normal,
al menos en nuestro país, pobre,
que da lástima.
Y tengo lástima, claro,
de nosotros mismos,
de los padres y de los abuelos,
y de todos.
Pero sólo quiero hablar de lo que he visto
o de lo que he oído contar
hace poco.
Por ejemplo,
de cuando Dios también era una cosa muy extraña,
una especie de ser mitológico,
supuestamente a la máxima potencia,
que siempre estaba a punto de fulminar
a todos aquellos que no querían adorarlo.
Cuando ganaron las izquierdas,
las primeras elecciones, en mil novecientos treinta y uno,
los Navarro hablaban de tinieblas
y del fin del mundo
si la suerte no se ponía
de parte de los adoradores.
Los Navarro
tenían presente las profecías
de la famosa madre Ràfols,
una monja nacida en Vilafranca
en la primera planta de una masía
que yo visité con los del colegio,
después de no jugar al fútbol
porque llovía.
Los Navarro
tenían unas cajas
de fósforos benditos
para atravesar las tinieblas vengativas.
Por entonces se hablaba
mucho de religión
y de fe pisoteada.
Yo asistía a misa todos los festivos;
fui a las monjas y después a los “padres”
recé muchísimas veces el rosario.
Del Evangelio
nunca oí decir
dos palabras
que valiesen la pena.
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