Xi Chuan, Xuzhou, China, 16 de septiembre 1963
Traducción Miguel Ángel Petrecca
Murciélagos al atardecer
En los cuadros de Goya traen pesadillas
al artista. Volando hacia arriba, hacia abajo,
a derecha y a izquierda, murmuran
furtivamente sin llegar a despertarlo.
Una felicidad indecible aparece en sus caras
casi humanas. Estas creaturas que parecen
pájaros pero que no lo son, completamente negros
se funden con la oscuridad, como semillas que nunca florecerán
Como demonios sin esperanza de redención
ciegos y crueles, llevados por su voluntad,
cuelgan a veces boca abajo de las ramas
igual que hojas secas, excitando nuestra lástima
En algunas historias
se concentran en húmedas grutas;
cuando el sol cae tras la montaña es su momento
para salir de caza, parir, luego desaparecen
Pueden obligar a un sonámbulo a unírseles,
arrebatarle la antorcha de la mano y apagarla;
pueden alcanzar a un lobo merodeador
y hacerlo caer mudo por un precipicio
En la noche, si un niño no puede dormir
es sin duda porque un murciélago
evadiendo los ojos hinchados del guardia
llegó hasta su lado para hablarle del destino
Uno, dos o tres murciélagos,
no tiene riqueza ni patria, ¿cómo puede ser
que traigan felicidad? La luna creciente y menguante
gastó sus plumas. Son feos, sin nombre.
Su corazón de piedra nunca pudo conmoverme
hasta que un verano hacia el atardecer
al pasar por mi vieja casa vi unos chicos jugando
y sobre sus cabezas aún más murciélagos
El atardecer arrojaba sombras sobre la calle
y doraba el cuerpo de los murciélagos
Revoloteaban sobre las puertas descascaradas
pero nada tenían para decir sobre el destino
Entre las cosas antiguas un murciélago
es de aquellas que generan una especie de nostalgia.
Su postura pausada hizo que me detuviera un largo tiempo
en ese barrio, en la calle donde crecí.
Traducción Miguel Ángel Petrecca
Murciélagos al atardecer
En los cuadros de Goya traen pesadillas
al artista. Volando hacia arriba, hacia abajo,
a derecha y a izquierda, murmuran
furtivamente sin llegar a despertarlo.
Una felicidad indecible aparece en sus caras
casi humanas. Estas creaturas que parecen
pájaros pero que no lo son, completamente negros
se funden con la oscuridad, como semillas que nunca florecerán
Como demonios sin esperanza de redención
ciegos y crueles, llevados por su voluntad,
cuelgan a veces boca abajo de las ramas
igual que hojas secas, excitando nuestra lástima
En algunas historias
se concentran en húmedas grutas;
cuando el sol cae tras la montaña es su momento
para salir de caza, parir, luego desaparecen
Pueden obligar a un sonámbulo a unírseles,
arrebatarle la antorcha de la mano y apagarla;
pueden alcanzar a un lobo merodeador
y hacerlo caer mudo por un precipicio
En la noche, si un niño no puede dormir
es sin duda porque un murciélago
evadiendo los ojos hinchados del guardia
llegó hasta su lado para hablarle del destino
Uno, dos o tres murciélagos,
no tiene riqueza ni patria, ¿cómo puede ser
que traigan felicidad? La luna creciente y menguante
gastó sus plumas. Son feos, sin nombre.
Su corazón de piedra nunca pudo conmoverme
hasta que un verano hacia el atardecer
al pasar por mi vieja casa vi unos chicos jugando
y sobre sus cabezas aún más murciélagos
El atardecer arrojaba sombras sobre la calle
y doraba el cuerpo de los murciélagos
Revoloteaban sobre las puertas descascaradas
pero nada tenían para decir sobre el destino
Entre las cosas antiguas un murciélago
es de aquellas que generan una especie de nostalgia.
Su postura pausada hizo que me detuviera un largo tiempo
en ese barrio, en la calle donde crecí.
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