Ana María Chouhy Aguirre, pcia de Bs As, 15 de febrero 1918 - 28 de abril 1945
Poema de la adolescencia
¡AH! corazón del hombre lacerado de tristeza
desde hace siglos ya y junto al mar desconocido
y con sólo una voz entre los vientos que descienden
bajo las hojas tiernas, verdecidas del estío.
Está todo naciendo de la muerte, solo y nuevo
desde los huecos grises tras mis párpados cerrados
como la luna fría y descarnada que aparece
y los pétalos quietos de la rosa deshojados.
Y los barcos de humo navegaron en las olas
de un mar celeste y puro sobre las ramas de pinares
por donde va la infancia de los sueños que se alejan
hacia los altos muros de dolor interminables.
Luego sentí corrientes derramadas que venían
hasta toda mi sangre por mi alma y mi ternura
para que amara y viera las cosas que están creadas
con un llanto inicial desde la flor a raíz oscura.
Era la juventud que me envolvía como un río
yo dije: -¡qué bonita está la rama del manzano!-
y se asomó la hierba rumorosa hasta la tierra
y se voló la brisa amanecida del verano.
Era el vuelo de pájaros que están locos y libres
girando, ay, por las nubes calladas y los cielos
sobre la tierra sin herida y sobre las colinas
y junto a las ciudades de los hombres prisioneros.
Y la voz de las aguas extendida por los valles
y los árboles viejos con sus brazos florecidos
temblando en el ocaso con dulzura infinita
sobre los campos largos, silenciosos y dormidos.
Eso lo resguardé bajo el asombro de mis ojos
hasta la tarde clara y misteriosa que vendría
a traerme el destino tan triste que me dieron
y que ya ciegamente por mis venas descendía.
Como si no estuviera todo gris, envejecido,
y ardiera una vez más desde mi mano apasionada,
porque era el mundo mío que se alzaba bajo el cielo
y yo estaba sonriendo ante la luz, enamorada.
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