Adelia Prado, Brasil, 13 de diciembre 1935
Versión Hugo Abalde
Las muertes sucesivas
Cuando murió mi hermana lloré mucho
y me consolé enseguida. Tenía un vestido nuevo
y matorrales en la quinta donde iría a existir.
Cuando mi madre murió, me consolé poco a poco.
Tenía una perturbación recién descubierta:
mis pechos conformaban dos montículos
y quedé muy desnuda.
Cruzando los brazos sobre ellos, era como lloraba.
Cuando murió mi padre, jamás me consolé.
Busqué viejos retratos, fui a buscar conocidos,
parientes que me recordasen cómo hablaba,
su modo de apretar los labios y tener certeza.
Reproduje el encogimiento de su cuerpo
en su último sueño y repetí las palabras
que dijo cuando toqué sus pies:
“dejá, así está bien.”
Quién me consolará de este recuerdo?
Se completaron mis pechos
y los matorrales donde existo
son pura zarza ardiente de memoria.
Versión Hugo Abalde
Las muertes sucesivas
Cuando murió mi hermana lloré mucho
y me consolé enseguida. Tenía un vestido nuevo
y matorrales en la quinta donde iría a existir.
Cuando mi madre murió, me consolé poco a poco.
Tenía una perturbación recién descubierta:
mis pechos conformaban dos montículos
y quedé muy desnuda.
Cruzando los brazos sobre ellos, era como lloraba.
Cuando murió mi padre, jamás me consolé.
Busqué viejos retratos, fui a buscar conocidos,
parientes que me recordasen cómo hablaba,
su modo de apretar los labios y tener certeza.
Reproduje el encogimiento de su cuerpo
en su último sueño y repetí las palabras
que dijo cuando toqué sus pies:
“dejá, así está bien.”
Quién me consolará de este recuerdo?
Se completaron mis pechos
y los matorrales donde existo
son pura zarza ardiente de memoria.
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