Versión Silvia Camerotto
Comiendo poesía
La tinta se escapa por la comisura de mis labios.
No hay felicidad como la mía.
Estuve comiendo poesía.
La bibliotecaria no puede creer lo que ve.
Sus ojos están tristes
y camina con las manos sobre el vestido.
Los poemas se han ido.
La luz es débil.
Los perros están en la escalera del sótano y suben.
Revolean los ojos,
refriegan sus patas rubias.
La pobre bibliotecaria comienza a patalear y a llorar.
Ella no comprende.
Cuando me pongo de rodillas y lamo su mano
ella grita.
Soy un hombre nuevo.
Le gruño y le ladro,
Muero de alegría en la oscuridad libresca.
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