Irma Verolín, Buenos Aires 8 de diciembre 1953
Sábado
Apuro el primer bocado
de la mañana, el mundo es inaudito
para alguien como yo
que se extasía
frente al círculo oscuro
de la taza de café.
Por suerte
hoy sábado
el mundo comienza a adormecerse
y tengo el día entero
para mí:
una mercancía cara
que se consume rápido,
pura extensión hacia delante
parecida a la llanura
donde tenderé mis sábanas
y lustraré mis zapatos.
Estoy respirando
y es casi un milagro
percibir este aire
que entra y sale
de la casa de mis huesos.
Mañana
cuando el mundo
esté completamente adormecido
bailaré
bailaré hasta cansarme.
Sábado
Apuro el primer bocado
de la mañana, el mundo es inaudito
para alguien como yo
que se extasía
frente al círculo oscuro
de la taza de café.
Por suerte
hoy sábado
el mundo comienza a adormecerse
y tengo el día entero
para mí:
una mercancía cara
que se consume rápido,
pura extensión hacia delante
parecida a la llanura
donde tenderé mis sábanas
y lustraré mis zapatos.
Estoy respirando
y es casi un milagro
percibir este aire
que entra y sale
de la casa de mis huesos.
Mañana
cuando el mundo
esté completamente adormecido
bailaré
bailaré hasta cansarme.
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