Horacio Fiebelkorn, La Plata, 5 de diciembre 1958
Lisboa
Cuando me empiece a aburrir, anunciaré en voz alta mi intención de escribir un poema sobre Lisboa. Para lo cual viajaré, naturalmente, a Lisboa.
De modo que juntaré el dinero necesario, tomaré el avión y tras el vuelo de rigor, comenzará mi paseo por esa ciudad.
Caminaré por sus calles y escalinatas, veré de lejos los cargueros que surcan el Tajo, tomaré café, me emborracharé en algún bar cometeré algún pecado carnal.
Luego perderé mi dinero, y la lluvia me sorprenderá sin paraguas. Quedaré extraviado, y perderé los documentos.
Después me internarán, darán aviso al consulado, me pondrán en un avión de regreso a casa, y no habré escrito ningún poema sobre Lisboa.
Lisboa
Cuando me empiece a aburrir, anunciaré en voz alta mi intención de escribir un poema sobre Lisboa. Para lo cual viajaré, naturalmente, a Lisboa.
De modo que juntaré el dinero necesario, tomaré el avión y tras el vuelo de rigor, comenzará mi paseo por esa ciudad.
Caminaré por sus calles y escalinatas, veré de lejos los cargueros que surcan el Tajo, tomaré café, me emborracharé en algún bar cometeré algún pecado carnal.
Luego perderé mi dinero, y la lluvia me sorprenderá sin paraguas. Quedaré extraviado, y perderé los documentos.
Después me internarán, darán aviso al consulado, me pondrán en un avión de regreso a casa, y no habré escrito ningún poema sobre Lisboa.
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