Erri De Luca, Nápoles, 20 de mayo 1950
Traducción Lucrecia Arcos Alcaraz
A mi madre
Dentro de ti fui albúmina, huevo, pez,
atravesé en tu placenta
las eras infinitas de la tierra,
fuera de ti me cuento en días.
Dentro de ti pasé de célula a esqueleto,
me hice grande un millón de veces,
fuera de ti el crecimiento fue inmensamente menor.
Me escapé de tu plenitud
sin dejarte vacía porque el vacío
lo traje conmigo.
Vine desnudo, me cubriste,
así aprendí desnudez y pudor,
la leche y su ausencia.
Pusiste en mi boca todas las palabras
a cucharaditas, menos una: mamá.
Ésa la inventa el hijo moviendo los labios
ésa la enseña el hijo.
De ti tome las voces de mi tierra,
las canciones, los insultos, los conjuros,
de ti escuché el primer libro
detrás de la fiebre escarlatina.
Te he ayudado a vomitar, a hornear pizza,
a escribir una carta, a encender un fuego,
a terminar crucigramas, te he derramado vino
y manchado la mesa,
no te he puesto un nieto sobre las piernas,
no te hecho llamar a una prisión,
no todavía,
de ti aprendí el luto y la hora de terminarlo,
me parezco a tu padre, a tu hermano,
no he sido hijo.
De ti heredé los ojos claros
mas no su peso,
A ti te oculté todo.
Prometí quemar tu cuerpo
no dárselo a la tierra. Te daré al fuego
hermano del volcán que orientaba nuestro sueño.
Te esparciré en el aire después del aguacero,
a la hora del arcoíris
que te hacía abrir grandes los ojos.
Traducción Lucrecia Arcos Alcaraz
A mi madre
Dentro de ti fui albúmina, huevo, pez,
atravesé en tu placenta
las eras infinitas de la tierra,
fuera de ti me cuento en días.
Dentro de ti pasé de célula a esqueleto,
me hice grande un millón de veces,
fuera de ti el crecimiento fue inmensamente menor.
Me escapé de tu plenitud
sin dejarte vacía porque el vacío
lo traje conmigo.
Vine desnudo, me cubriste,
así aprendí desnudez y pudor,
la leche y su ausencia.
Pusiste en mi boca todas las palabras
a cucharaditas, menos una: mamá.
Ésa la inventa el hijo moviendo los labios
ésa la enseña el hijo.
De ti tome las voces de mi tierra,
las canciones, los insultos, los conjuros,
de ti escuché el primer libro
detrás de la fiebre escarlatina.
Te he ayudado a vomitar, a hornear pizza,
a escribir una carta, a encender un fuego,
a terminar crucigramas, te he derramado vino
y manchado la mesa,
no te he puesto un nieto sobre las piernas,
no te hecho llamar a una prisión,
no todavía,
de ti aprendí el luto y la hora de terminarlo,
me parezco a tu padre, a tu hermano,
no he sido hijo.
De ti heredé los ojos claros
mas no su peso,
A ti te oculté todo.
Prometí quemar tu cuerpo
no dárselo a la tierra. Te daré al fuego
hermano del volcán que orientaba nuestro sueño.
Te esparciré en el aire después del aguacero,
a la hora del arcoíris
que te hacía abrir grandes los ojos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario