Léo Ferré, Mónaco, 24 de agosto 1926 – Italia, 14 de julio 1993
Traducción Juan Luis Moreno Rojo
Con el tiempo
Con el tiempo...
con el tiempo va, todo se va.
Olvidamos la cara y olvidamos la voz.
Cuando el corazón ya no late,
no vale la pena seguir buscando,
hay que dejarlo ir... y así está bien.
Con el tiempo...
con el tiempo va, todo se va.
La otra, a la que adorábamos, que buscábamos bajo la lluvia.
La otra, a la que adivinábamos al desviar la mirada,
entre palabras, entre líneas y bajo la sombra de los ojos
de un juramento maquillado que va por la noche.
Con el tiempo todo se desvanece.
Con el tiempo...
con el tiempo va, todo se va.
Incluso los recuerdos más divertidos.
“Qué cara tenés...” —balbuceó en el gran almacén,
en los pasillos de la muerte, un sábado a la tarde,
cuando la ternura se va, por sí sola.
Con el tiempo...
con el tiempo va, todo se va.
La otra, a quien le creíamos los resfríos y cualquier cosa,
la otra, a la que dábamos el viento y las joyas,
por quien vendimos el alma a cambio de unos centavos,
y ante quien nos arrastramos como se arrastran los perros.
Con el tiempo... va… todo va bien.
Con el tiempo...
con el tiempo va, todo se va.
Olvidamos las pasiones y olvidamos las voces,
que nos decían en voz baja, las palabras de la gente:
“No vuelvas tarde a casa, y sobre todo, no tomes frío”
Con el tiempo...
con el tiempo va... ¡todo se va!
Y uno se siente canoso, como un caballo rendido,
y uno se siente congelado en un lecho de azar,
y uno se siente solo, pero tranquilo,
y uno se siente engañado por los años perdidos.
Entonces, en realidad, con el tiempo...
ya no se vuelve a amar.
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