El arrodillado
Arrodillado
retorno a mis orígenes
al universo de la escasez:
la mano
la caricia de la lanza
la estampida de los búfalos oscureciendo el horizonte
y al sosegar el polvo
los dioses olvidados en las húmedas cavernas.
Sobre la piedra
el contorno del bosque
honra la máscara
y la madera
morada germinal del fuego.
Los ritos de los cuerpos
regresan su siglo de gritos a los vientres
las lenguas
retroceden la llanura de Babel
un silencio inocente
es el respiro de la aurora.
Pero
dónde estás
descalza
a la orilla de qué lenguaje
la línea que lleva desde el instante hasta el principio
traza la marca de tu ausencia.
O eres a los dedos como a la mañana
un signo apenas
una inmensa interjección alucinada.
Mujer o reino
agua que está detrás de todos los deseos
profundidad de pozo
nadie.
Y si te nombran
y yo aún arrodillado
y tú todavía me esperas
vestida con todas las niñas que fuiste
pasado el umbral
abiertos los brazos
cuando todo se haya dado
y traigan para mí
la túnica de la muerte.
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