sábado, 12 de enero de 2019

Kim Addonizio -Intimidad

Kim Addonizio, Bethesda, Maryland, EEUU, 31 de julio 1954
Traducción Gustavo Adolfo Chávez


Intimidad

La mujer que prepara mi capuchino en la cafetería
-ojos oscuros, cabello rojo teñido,
cuello de tortuga negro y sin mangas-
fue la amante del hombre con quien salgo ahora.
Ella no me conoce; somos extraños,
y sin embargo
no puedo mirarla casualmente,
como solía hacer antes de saberlo.
Ella está junto a la máquina,
hundiendo la válvula
en la espuma de la leche, mirando al vacío
-no sé qué es lo que piensa.
En lo que a mí respecta,
ella bien podría estar recordando a mi amante,
recordando lo que sea que haya ocurrido entre ellos-
él nunca me ha dicho nada,
excepto que no fue importante,
y luego cambia rápido de tema,
demasiado rápido,
ahora que lo pienso; ¿sería que él,
después de todo, había mentido?,
¿y no había cruzado brevemente por su cara una
expresión de dolor?
No puedo estar segura.
De seguro no fue nada, me digo a mí misma;
no hay razón para sentirme incómoda aquí parada,
o sentirme cómplice,
como si hubiera algo importante entre nosotras.
Ella podría estar pensando en cualquier cosa; pero,
¿por qué siento ahora la súbita sospecha
de que ella sabe,
de que ella me puede sentir mientras la estudio,
mientras intento imaginarlos juntos?
-su pintura de labios de un rojo oscuro,
más oscuro que su cabello-
mientras intento verlo a él besándola,
volteándola en la cama
en la forma en que le gusta tenerme.
Me pregunto si tal vez había cosas en ella que él prefería,
cosas que él extraña ahora que estamos juntos;
a veces, cuando él y yo hacemos el amor,
hay momentos en los que me abruma la tristeza,
y aunque estoy ahí con él no puedo dejar de pensar
en las manos de mi ex esposo,
que me gustaban de un modo especial,
y quisiera regresar
a esa vieja intimidad,
que a menudo se sentía como la más pura felicidad
que haya conocido, o que vaya a conocer.
Pero todo eso ha acabado; y, además,
¿no hubo otros amantes que no dejaron rastros?
Cuando los veo ahora apenas puedo recordar
cómo se veían desnudos,
o cómo se sentía tenerlos dentro de mí.
Entonces, ¿qué es lo que siento
mientras ella vierte el negro expreso sobre la leche
y empuja la taza hacia mí, y yo le doy el dinero,
y nuestros ojos se encuentran por sólo un segundo,
y nuestros dedos se tocan?


No hay comentarios.:

Publicar un comentario